Estrategias efectivas para que los niños coman felices

La alimentación infantil es, a menudo, una fuente de preocupación y frustración para muchos padres. El rechazo a nuevos alimentos, las batallas en la mesa y la selectividad extrema son desafíos comunes que pueden comprometer la nutrición y el bienestar familiar. Sin embargo, lograr que los niños coman mejor no se trata de coerción, sino de implementar estrategias basadas en la psicología, la paciencia y el establecimiento de un entorno alimentario positivo y respetuoso.

La importancia de establecer hábitos alimentarios saludables tempranos

La forma en que un niño se relaciona con la comida en sus primeros años sienta las bases para su salud metabólica, su peso corporal y sus preferencias alimentarias de por vida. El objetivo principal de cómo lograr que los niños coman no debe ser simplemente que terminen el plato, sino que aprendan a autorregular su ingesta, a disfrutar de una amplia variedad de alimentos y adquirir buenos hábitos alimentarios.

  • Evitar la coerción. El uso de castigos o recompensas, por ejemplo, ofrecer postre a cambio de comer sus verduras, crea una asociación negativa o un valor inadecuado para ciertos alimentos, lo cual debe evitarse.
  • Ofrecer opciones saludables. El trabajo de los padres es proveer alimentos nutritivos; el trabajo del niño es decidir cuánto y si quiere comer de esa oferta.

Estrategias para lograr que los niños coman

Existen muchas estrategias que los padres pueden aplicar, para lograr que sus hijos coman todos sus alimentos, sin que esto termine siendo una verdadera guerra. Estas son algunas alternativas, que resultarán de gran utilidad.

I. Estrategias basadas en el entorno y el comportamiento

La forma en que se presenta la comida y el ambiente en la mesa son tan importantes como el alimento mismo. Por esta razón, transformar la hora de comer en un momento agradable es la primera y más crucial estrategia.

1. Crear un ambiente positivo y libre de presión.La mesa debe ser un lugar de conexión; es importante evitar que se convierta en un espacio de conflicto.

  • Evitar la coerción. Evitar forzar a un niño a comer. Si un niño se niega a comer, no pasa nada; es importante que aprenda a escuchar a su cuerpo y a reconocer las señales de saciedad. Forzarlo puede fomentar una relación poco saludable con la comida.
  • Despedirse de las distracciones. Las comidas deben ser un momento familiar y sin pantallas. El televisor, las Tablets o los juguetes, desconectan al niño de las sensaciones de hambre y saciedad, y le impiden ser consciente de las cualidades del alimento.
  • Establecer rutinas. Mantener horarios regulares y estructurados para comidas y refrigerios ayuda a los niños a regular su apetito y a saber cuándo esperar alimento.

2. Modelado y el ejemplo de la familia.Los niños son grandes imitadores. Si ven a sus padres y hermanos mayores comer y disfrutar de una variedad de alimentos saludables, es más probable que ellos también lo hagan.

  • Comer en familia. Compartir la mesa y servir la misma comida para todos los miembros de la familia establece un ejemplo poderoso. Los niños que comen habitualmente en familia consumen una dieta más nutritiva, incluyendo más frutas y verduras.
  • Ser el ejemplo de la variedad. Los padres deben mostrar que están dispuestos a probar alimentos nuevos y disfrutar de aquellos que les gustaría que sus hijos comieran.

II. Estrategias basadas en la exposición al alimento

El rechazo a probar alimentos nuevos, se conoce como neofobia alimentaria, y es común en la infancia. La solución a este problema es la exposición repetida y creativa.

1. La regla de la repetición.Recuerde que el rechazo inicial, no significa un rechazo para siempre.

  • Paciencia y persistencia. Puede requerir entre 10 y 20 intentos para que un niño se familiarice con un alimento nuevo y se anime a probarlo. La clave es ofrecer el alimento repetidamente, aunque no se lo coma.
  • Exposición sin presión. Simplemente, colocar el alimento nuevo en el plato, permitir que el niño lo toque, lo huela o lo explore, es un paso positivo. No se debe negociar, ni obligar a comer.

2. Involucrar a los niños en el proceso.La participación activa en la comida aumenta el interés y la disposición a probar.

  • De la tierra a la mesa. Llevar a los niños al supermercado o al mercado local y dejar que elijan las frutas y verduras. En casa, asignarles tareas de preparación adecuadas a su edad, como lavar verduras o remover ingredientes. Se sentirán orgullosos de su creación, y querrán probarla.
  • Ofrecer opciones limitadas. En lugar de forzar un vegetal específico, se puede ofrecer al niño la opción de elegir entre dos o tres vegetales saludables. Esto le otorga autonomía dentro de los límites saludables establecidos por los padres.

3. Presentación creativa.El atractivo visual puede ser un poderoso aliado.

  • Colores y texturas. Ofrecer colores vivos, como el rojo del tomate, verde del brócoli, naranja de la zanahoria; y texturas variadas. Se puede servir la comida en formas creativas o usar aderezos saludables como queso, para hacer la experiencia más divertida y deliciosa.
  • Porciones adecuadas. Servir porciones pequeñas es menos abrumador para los niños. Si el niño rechaza un alimento nuevo, una porción diminuta es suficiente para empezar; las porciones grandes pueden desalentar la prueba.
  • Desestructurar los platos. Los niños a menudo prefieren que los alimentos estén separados. Un plato con porciones individuales de pollo, arroz y zanahoria puede ser mejor aceptado que un plato con guiso donde todo está mezclado.

4. Ocultar alimentos, ¿Sí o no?.La estrategia de esconder alimentos, por ejemplo, poner verduras ralladas en salsas, aún es debatida por los especialistas en el tema; sin embargo, es una alternativa, con algunas sugerencias.

  • Uso moderado. Puede ser útil para asegurar una ingesta mínima de nutrientes en casos de extrema selectividad. Sin embargo, no enseña al niño a disfrutar y aceptar el sabor y la textura real del alimento.
  • Estrategia transicional. Es mejor usar esta técnica de forma temporal y, al mismo tiempo, seguir ofreciendo el alimento escondido, en su forma original, para que se familiaricen con él gradualmente.

III. Directrices de la OMS y UNICEF

Las estrategias respaldadas por organismos internacionales reconocidos, como la OMS y UNICEF, se centran en la calidad y la formación de hábitos a largo plazo.

  • Calidad nutricional: Estos organismos enfatizan la importancia de ofrecer alimentos saludables, que incluyan alimentos de todos los grupos, como granos, tubérculos, carnes, frutas y verduras; y nunca sustituir comidas principales por papillas, galletas, jugos azucarados o dulces.
  • Evitar azúcares, sal y grasas añadidas. Es muy importante no dar a probar a los niños alimentos con alto contenido de azúcar, sal o grasa en la primera infancia, ya que esto interfiere con la formación de preferencias por los alimentos que tienen alto valor nutritivo.
  • Fomento de la autonomía. Los niños deben comer por sí solos, utilizando sus propios cubiertos, y se debe evitar meterles cucharadas en la boca. Dejar que decidan la cantidad de comida en su plato favorece su autonomía y les enseña a escuchar su cuerpo.

Lograr que los niños coman mejor, requiere de paciencia, consistencia y un ambiente de mesa agradable. Los padres son los responsables de ofrecer una variedad de alimentos saludables y nutritivos en un ambiente de calma, mientras que el niño es responsable de cuánto y qué elige comer. Al implementar estrategias de exposición repetida, participación activa y un enfoque libre de presión, se transforma el momento de la comida en una experiencia positiva, asegurando el bienestar físico y emocional del niño.

Fuentes:

La importancia del control de niño sano en la infancia

El control de niño sano es un pilar fundamental de la atención pediátrica preventiva, muy diferente a la atención de enfermedades. Es decir, no se trata solo de acudir al médico cuando el niño está enfermo, sino de un conjunto de evaluaciones periódicas, que han sido diseñadas para garantizar el óptimo crecimiento, desarrollo físico, mental y social del menor, desde el nacimiento hasta la adolescencia. Es, en esencia, una inversión temprana en la salud y el futuro de cada individuo.

¿Qué revisa el pediatra en el control de niño sano?

El control de niño sano, también conocido como supervisión de la salud infantil, es un programa de visitas médicas regulares y programadas que se realizan incluso cuando el niño o niña parece estar completamente sano. La frecuencia de estas visitas es mayor en la primera infancia debido a la rapidez del desarrollo en esta etapa, muchos especialistas programan estas visitas cada mes, durante los primeros 6 meses de vida del bebé; cada dos o tres meses hasta los dos años de edad, y luego, una o dos veces al año hasta la adolescencia.

Durante estas consultas, el médico tratante, que puede ser un pediatra o médico familiar, realiza una revisión exhaustiva que abarca diversos aspectos.

Evaluación del crecimiento

Se toman y registran medidas clave del cuerpo del bebé, para monitorizar si el niño está creciendo adecuadamente.

  • Peso. Para detectar bajo peso o, por el contrario, sobrepeso u obesidad.
  • Talla/Longitud. Para evaluar el crecimiento lineal.
  • Perímetro cefálico (PC). Mide el crecimiento de la cabeza, crucial para evaluar el desarrollo cerebral, especialmente en los primeros dos años de vida.

Estos datos se comparan con las tablas o curvas de crecimiento estandarizadas, como las de la OMS, para asegurar que el niño se mantenga en la evolución de crecimiento esperado.

Evaluación del desarrollo psicomotor

Se evalúan los hitos del desarrollo en varias áreas para detectar tempranamente posibles retrasos o desviaciones.

  • Motor grueso. Habilidades como sostener la cabeza, rodar, sentarse, gatear, caminar y correr.
  • Motor fino. Habilidades manuales como agarrar objetos, manipular juguetes y dibujar.
  • Lenguaje. Evolución de balbuceos, primeras palabras, frases y comprensión.
  • Socio-emocional. Interacción con los padres y el entorno, juego, autonomía y comportamiento.
  • Cognitivo. Aprendizaje y resolución de problemas.

El médico utiliza herramientas de cribado estandarizadas, como el Test de Denver, y la observación directa para esta evaluación.

Examen físico completo

El examen físico es detallado y sistemático, que incluye los siguientes aspectos:

  • Auscultación. Escuchar el corazón y los pulmones.
  • Abdomen. Palpación para detectar anomalías.
  • Genitales e inguinal. Revisión para detectar hernias o problemas testiculares, esta parte del examen es específica en varones.
  • Ojos y oídos. Evaluación de la visión y la audición, que a menudo incluye pruebas específicas, como cribado visual y auditivo, a ciertas edades.
  • Boca y dientes. Revisión de la salud bucal, aparición de dientes y consejos de higiene.
  • Piel y extremidades. Evaluación de la postura y el movimiento.
  • Reflejos. En recién nacidos y lactantes, se evalúan los reflejos primitivos.

Aplicación de vacunas

Un componente central es la revisión y aplicación de las inmunizaciones, según el esquema de vacunación oficial del país, protegiendo al niño contra enfermedades graves y prevenibles.

Consejería y guía anticipatoria

Este es un aspecto crucial y preventivo. El médico brinda a los padres información, orientación y apoyo sobre temas relevantes para la edad del niño y su evolución.

  • Nutrición. Lactancia materna, introducción de alimentos sólidos, hábitos alimentarios saludables.
  • Sueño. Patrones y rutinas de sueño para un óptimo descanso.
  • Seguridad y prevención de accidentes. Consejos adaptados a la edad para tratar riesgos de asfixia, caídas, accidentes automovilísticos, entre otros.
  • Crianza y comportamiento. Manejo de rabietas, entrenamiento de control de esfínteres, pautas de disciplina positiva.
  • Salud mental y emocional. Evaluación del vínculo familiar y detección de dificultades parentales.

¿Por qué es importante que el niño acuda a este control?

La importancia del control de niño sano reside en su enfoque proactivo y preventivo. Un niño puede parecer sano a simple vista, pero solo una evaluación médica periódica puede garantizar su bienestar integral.

  • Detección temprana de problemas. Muchos problemas de salud, como retrasos en el desarrollo, problemas de visión o audición, o desviaciones en el crecimiento, son sutiles y pueden no ser evidentes para los padres. La detección temprana permite una intervención rápida y oportuna, lo que mejora drásticamente el pronóstico a largo plazo.
  • Prevención de enfermedades. Las vacunas son la herramienta de prevención más efectiva que se administra en estas consultas, protegiendo al niño y a la comunidad de brotes de enfermedades contagiosas.
  • Seguimiento de la curva de crecimiento. Permite identificar a tiempo trastornos nutricionales como la desnutrición o la obesidad infantil, problemas que tienen graves consecuencias a largo plazo para la salud cardiovascular, metabólica y ósea.
  • Establecimiento de un vínculo de confianza. Las visitas regulares construyen una relación de confianza entre el pediatra, el niño y la familia, facilitando una comunicación abierta sobre temas sensibles y creando un equipo para el cuidado de la salud.

Beneficios del control de niño sano

Los beneficios de mantener un calendario riguroso de control de niño sano son incalculables y se extienden más allá de la infancia, impactando la vida adulta.

  • Salud física óptima. Al monitorizar el crecimiento y aplicar las vacunas, se minimiza el riesgo de enfermedades graves y se asegura que el cuerpo se desarrolle de manera adecuada.
  • Desarrollo cognitivo y social pleno. La detección temprana de problemas de desarrollo y la guía anticipatoria a los padres sobre estimulación y crianza favorecen un entorno óptimo para que el niño alcance todo su potencial cognitivo y social.
  • Hábitos de vida saludables. En estas consultas, los padres encuentran el apoyo ideal para educar a la familia sobre nutrición, higiene, actividad física y seguridad, sembrando las bases para un estilo de vida saludable que perdurará.
  • Reducción de la morbilidad y mortalidad. La atención preventiva y la inmunización son dos de las estrategias de salud pública más eficaces, contribuyendo a la disminución de la morbilidad y la mortalidad infantil.
  • Empoderamiento de los padres. El control de niño sano proporciona a los padres la información, las herramientas y la tranquilidad necesarias para abordar los desafíos de la crianza en cada etapa, respondiendo a sus dudas y preocupaciones.

El Control de Niño Sano es la columna vertebral de la pediatría. No solo interviene en la enfermedad, sino que promueve activamente la salud, asegurando que cada niño tenga la mejor oportunidad posible de prosperar y convertirse en un adulto sano y productivo. Asistir a estas citas no es opcional, sino un compromiso esencial con la salud futura de los hijos.

 

Fuentes:

      ¿Qué significan los berrinches en los niños y cómo actuar?

      Los berrinches, también conocidos como pataletas, son una parte normal del desarrollo infantil. Ver a un niño gritando, llorando, tirándose al suelo o pateando en público, es quizás una de las experiencias más desafiantes y vergonzosas para un padre. Sin embargo, en lugar de ser un signo de mala crianza, en realidad, una manifestación de emociones abrumadoras que los niños pequeños aún no saben cómo procesar ni expresar de manera constructiva. No te preocupes, hoy conocerás qué son los berrinches, por qué ocurren y cómo manejarlos de manera efectiva y con empatía.

      ¿Qué son los berrinches en los niños?

      Un berrinche es una explosión emocional que se caracteriza por comportamientos incómodos, como llorar, gritar, patear, golpear, aguantar la respiración, o tirarse al suelo. Son más comunes en niños con edades que oscilan entre 18 meses y los 4 años de edad. Para muchos, este es un período conocido como los terribles dos o terribles tres. La razón de que esta conducta pueda aparecer en esta etapa es multifacética y está directamente relacionada con el desarrollo cognitivo y emocional del niño.

      En esencia, un berrinche es una señal de que el niño no puede manejar la frustración. Durante esta etapa, los niños están desarrollando un sentido de independencia, pero no han desarrollado las habilidades de comunicación y la capacidad de autorregulación emocional que se requieren para expresar sus deseos o frustraciones de manera adecuada.

      Los berrinches no siempre son una reacción a un no. Estos pueden ser provocados por una variedad de factores, como el hambre, el cansancio, la sobreestimulación o la necesidad de atención. También son una forma en la que los niños prueban los límites y aprenden sobre causa y efecto: Si me tiro al suelo y lloro, ¿conseguiré lo que quiero? Es muy importante comprender que, los berrinches no son una manipulación intencional por parte del niño, sino una respuesta genuina a una situación que les resulta difícil de manejar.

      Causas comunes de los berrinches

      La base para el manejo efectivo de los berrinches, es comprender qué los desencadena. Y, entre las causas más comunes, se pueden incluir las siguientes.

      • Frustración. Esta es, sin duda, la principal causa. Los niños se frustran cuando no pueden hacer algo por sí mismos o cuando no consiguen lo que quieren.
      • Necesidades básicas insatisfechas. Un niño cansado, con hambre o aburrido, es un niño que está más propenso a los berrinches. El agotamiento y el hambre disminuyen la capacidad de una persona, y más en un niño, para el manejo de sus emociones.
      • Búsqueda de atención. En muchos casos, los niños tienen un berrinche simplemente para obtener la atención de sus padres, incluso si esta atención es negativa, solo quieren ser tomados en cuenta.
      • Límites y reglas. Los berrinches también ocurren cuando se le dice a un niño que no puede hacer algo o que debe seguir una regla. Es su forma de protestar contra los límites indicados.

      ¿Cómo se deben manejar los berrinches en los niños?

      El manejo de los berrinches requiere una combinación de paciencia, límites claros y empatía. Lo importante no es ganar al niño ante un berrinche, sino ser su guía a través de su emoción y enseñarle cómo autorregular sus emociones para el futuro. A continuación, algunas estrategias efectivas.

      • Mantener la calma y la perspectiva.Lo primero y más importante es que el adulto mantenga la calma. Un padre enojado, que grita, solo puede lograr agravar el momento y que sea una situación más intensa. Al mantener la calma, el adulto le está enseñando al niño, con el ejemplo, cómo manejar las emociones difíciles. Respire hondo y recuerde siempre, que esto es normal y pasará.
      • No ceder. Si el berrinche es por algo que el niño quiere, como un dulce antes de la cena, usted debe mantenerse firme. Ceder solo le enseña al niño que el berrinche es una herramienta efectiva para conseguir lo que quiere. Vale mencionar, que esto no significa que debe ser inflexible, pero sí puede definir límites razonables.
      • Validar las emociones del niño. Aunque no pueda ceder, sí es válido reconocer los sentimientos del niño. Frases como Sé que estás muy enojado porque no podemos comprar ese juguete, ayudan al niño a sentirse comprendido. Esto significa que reconoce la frustración del pequeño, aunque no esté de acuerdo con el berrinche.
      • Ofrecer un lugar seguro para el berrinche. Si el berrinche ocurre en un lugar público, haga lo posible por llevar al niño a un lugar más privado y tranquilo, puede ser el coche o un pasillo. Esto es un tiempo fuera de la situación, y el niño tendrá la oportunidad de calmarse sin la presión de otras personas mirando. Y, si está en casa, puede ser un rincón de la habitación.
      • Redirigir y distraer. Cuando se encuentra en la fase inicial de un berrinche, a veces la distracción funciona. Por ejemplo, mira ese pájaro tan bonito, si el niño es amante a los animales, es probable que pueda ayudarle a salir del berrinche. Esta técnica es más efectiva en niños pequeños. Pero, a medida que crecen, es ideal enseñarle a nombrar y reconocer sus sentimientos.
      • Aprender a prevenir los berrinches.La mejor estrategia es la prevención. Para lograr esta habilidad, observe los patrones de berrinches de su hijo, es decir, cuándo ocurren, si es cuando tiene hambre o sueño. También es importante que, si va a experimentar una transición difícil, como salir del parque, dígalo al niño con anticipación, para que este cambio no lo sorprenda.

      ¿Cuándo buscar ayuda profesional?

      De acuerdo con los profesionales, la mayoría de los berrinches son normales y, eventualmente, irán disminuyendo su frecuencia con el crecimiento y desarrollo del niño, cuando aprende habilidades de comunicación y autorregulación. Sin embargo, en raras ocasiones, los berrinches pueden ser un signo de otra condición oculta. Por lo tanto, se recomienda consultar a un pediatra ante alguno de estos casos.

      • Los berrinches, en lugar de disminuir, se vuelven más frecuentes, intensos o duran más de 15 minutos.
      • El niño se lastima o lastima a otros durante estos eventos.
      • El niño tiene convulsiones, dejar de respirar por mucho tiempo o, puede llegar a presentar desmayos.
      • El niño tiene 4 años o más, y los berrinches no tienden a disminuir.
      • Los berrinches son tan intensos que están afectando la vida familiar o social del niño, de manera negativa.

      Los berrinches, aunque puede ser situaciones incómodas, no son el fin del mundo. Es parte del crecimiento del niño, y así aprende a manejar emociones difíciles y para que los padres puedan fortalecer su vínculo con ellos a través de la paciencia y la empatía. Al aceptar que un berrinche no es una manipulación, sino una expresión de frustración y falta de control, los padres tienen la oportunidad de responder con calma, establecer límites claros y guiar a sus hijos en esta etapa de su desarrollo. La clave es la consistencia y el amor, recordando que está criando a un ser humano con un cerebro en desarrollo.

       

      Fuentes:

      • Green, C. & O’Connell, J. (2014). Berrinches y límites: Un enfoque práctico para los padres. Ediciones Paidós.
      • Shapiro, L. E. (2013). El poder de la inteligencia emocional de los niños. Grupo Editorial Norma.

        La fiebre: Un aviso que puedes manejar con calma

        La fiebre es uno de los síntomas más comunes en los niños, sin embargo, suele ser uno de los más preocupantes para los padres y cuidadores. Cuando un niño presenta temperatura elevada puede generar ansiedad y, por ende, crear muchas dudas: ¿Es grave? ¿Debo llevar al niño a urgencias? ¿Qué debo hacer? Para la tranquilidad de muchos, hoy conocerás información clara acerca de la fiebre, qué es, cuándo preocuparse y cómo actuar de manera segura y eficaz.

        ¿Qué es la fiebre?

        Es muy común creer que la fiebre es una enfermedad en sí misma, cuando en realidad, este es un mecanismo de defensa natural del cuerpo. La fiebre se define como la elevación temporal de la temperatura corporal. La realidad es que, la fiebre no es un enemigo, sino un aliado que ayuda a combatir infecciones, porque, la mayoría de las bacterias y virus que causan enfermedades se reproducen mejor a la temperatura corporal normal. De acuerdo con Baraff (2000), cuando el cuerpo eleva la temperatura, en realidad crea un ambiente hostil para estos patógenos, lo que dificulta su replicación y estimula el sistema inmunológico para que funcione de manera más eficiente.

        La temperatura normal de un niño puede variar, per en rasgos generales, se considera que un niño tiene fiebre cuando su temperatura rectal es igual o superior a 38°C, la oral es igual o superior a 37.8°C y la axilar es igual o superior a 37.2°C, recordando que al tomar la temperatura en la axila, se debe sumar 0,5°C. Muchos especialistas están de acuerdo en que la medición rectal es la más precisa en bebés y niños pequeños.

        ¿Por qué ocurre la fiebre en los niños?

        La principal causa de la fiebre en niños son las infecciones, tanto virales como bacterianas. Chiappini et al. (2017) señala que, algunas de las infecciones virales son, el resfriado común, la gripe o la gastroenteritis. Por otra parte, entre las infecciones bacterianas están la otitis media, la neumonía o la infección del tracto urinario, las cuales pueden requerir tratamiento con antibióticos, los cuales deben ser indicados por el pediatra.

        Existen otras causas de la fiebre en niños, tales como:

        • Reacciones a vacunas. La fiebre es una reacción común y esperada después de la administración de algunas vacunas, tales como el sarampión, las paperas y la rubéola, o la vacuna para difteria, tétanos y tos ferina.
        • Dentición. A pesar de ser una creencia popular, cuando están apareciendo los dientes, no suele causar fiebres altas. Pero, si en esta condición, el niño presenta temperatura superior a 38.5°C o luce muy enfermo, es probable que la causa sea otra y no la salida de los dientes.
        • Golpe de calor. Exposición prolongada a altas temperaturas, como dejar al niño en un coche cerrado, puede elevar peligrosamente la temperatura corporal, y convertirse en una emergencia médica.

        ¿Siempre hay que preocuparse cuando un niño tiene fiebre?

        La respuesta corta es no. Como se ha dicho anteriormente, la fiebre es un síntoma, no una enfermedad. La clave no es el número que marca el termómetro, sino el estado general del niño. Un niño con 39°C de fiebre que está jugando, bebiendo líquidos y con buen aspecto, es probable que no requiera de una intervención médica inmediata. Pero, cuando un niño con 38°C que está decaído, irritable, no quiere beber y presenta otros síntomas alarmantes, sí podría requerir una pronta evaluación médica.

        Por esta razón, se darán a conocer algunas situaciones en las que la fiebre sí es motivo de preocupación y requiere atención médica urgente.

        • Bebés menores de 3 meses. Cualquier fiebre en un bebé de esta edad, incluso si presenta una fiebre baja, debe ser evaluada por un médico de inmediato. Su sistema inmunológico aún no está completamente desarrollado y una fiebre puede ser la única señal de una infección grave.
        • Fiebre alta persistente. Si la fiebre no baja con medicamentos y dura más de 24-48 horas, o si el niño parece estar empeorando.
        • Fiebre con otros síntomas graves. Como lo son, la dificultad para respirar, rigidez del cuello, erupción cutánea que no desaparece al presionar, dolor de cabeza intenso, confusión o irritabilidad extrema, signos de deshidratación como llanto sin lágrimas, ojos hundidos, poca orina, boca seca; y convulsiones febriles.

        ¿Qué hacer en caso de fiebre en los niños?

        La prioridad ante un cuadro de fiebre es mejorar el confort del niño, al considerar que un niño que se siente mejor, come, bebe y duerme, tiene más probabilidades de recuperarse más rápido. Algunas recomendaciones para el manejo de la fiebre en casa, son las siguientes.

        • Mantener la hidratación. La fiebre puede provocar deshidratación. De aquí la importancia de ofrecer al niño líquidos con frecuencia, como agua, caldos, jugos diluidos o soluciones de rehidratación oral. Si el niño está vomitando, ofrezca pequeñas cantidades de líquido a intervalos cortos.
        • Medicación. Los medicamentos antipiréticos (reductores de la fiebre) más comunes y seguros para los niños son el paracetamol (acetaminofén) y el ibuprofeno. Es importante mencionar que, el ibuprofeno se recomienda para niños a partir de 6 meses de edad, mientras que el paracetamol, es recomendado para niños de todas las edades. Y, la dosis de ambos medicamentos es en función al peso del niño, si tiene dudas, recuerde siempre consultar a su pediatra.
        • Ropa ligera y ambiente fresco. Vestir al niño con ropa ligera y mantener la habitación a una temperatura agradable. Evitar arroparlo en exceso es otra de las recomendaciones importantes, ya que esto puede impedir que el calor se disipe.
        • Dar baños tibios. Un baño de esponja con agua tibia (no fría) puede ayudar a bajar la temperatura y a calmar al niño. Pero, los especialistas no lo recomiendan como primera opción. Tampoco debe usar agua fría o alcohol, ya que puede causar escalofríos y un aumento de la temperatura central.
        • Descansar. El cuerpo necesita energía para combatir la infección. Fomente el descanso y evite actividades extenuantes.

        La fiebre es una respuesta fisiológica normal y, en la mayoría de los casos, un signo de que el sistema inmunológico está haciendo su trabajo. Para saber cuándo buscar atención médica, la clave es recordar que la fiebre es un síntoma, no el enemigo, y que la observación y el sentido común son las mejores herramientas para cuidar de un niño enfermo.

         

        Fuentes:

        • American Academy of Pediatrics. (2011). Clinical Practice Guideline: Management of Fever and Dehydration in Children with Gastroenteritis. Publicación en línea.
        • Baraff, L. J. (2000). Management of fever in infants and children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 105(3), 633-640.
        • Chiappini, E., Bortone, B., Tovo, P. A., et al. (2017). Guidelines for the management of fever in children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 140(1), e20170068.
        • Sullivan, J. E., & Farrar, H. C. (2011). Fever and antipyretic use in children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 127(3), 580-587.Â

          Cómo introducir alimentos a tu bebé de forma segura

          La introducción de alimentos sólidos es un hito emocionante y a menudo desafiante en la vida de un bebé y sus padres. Es el comienzo de un viaje culinario que sentará las bases para los hábitos alimenticios de toda la vida. Sin embargo, este proceso también genera muchas dudas y preguntas: ¿cuándo empezar?, ¿qué alimentos ofrecer?, ¿cómo hacerlo de forma segura? Hoy, conocerás las recomendaciones de algunos de los especialistas en el tema, reconocerás los errores más comunes y aprenderás la importancia de seguir las indicaciones del pediatra para garantizar una transición exitosa y saludable.

          ¿Cuándo y cómo empezar? Recomendaciones de los especialistas

          Durante mucho tiempo, la edad de inicio para la alimentación complementaria ha sido un tema de debate. Hoy en día, las principales organizaciones de salud, como la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), coinciden en que la edad ideal para empezar es alrededor de los 6 meses de edad (OMS, 2021). Hasta este momento, la leche materna o la fórmula infantil proporcionan todos los nutrientes que el bebé necesita para un crecimiento óptimo.

          Es crucial no precipitarse. Los bebés deben mostrar ciertas señales de preparación antes de empezar con los alimentos sólidos, entre las que se pueden mencionar:

          • Pérdida del reflejo de extrusión. El reflejo natural que hace que los bebés expulsen cualquier cosa que entre en su boca. Cuando este reflejo desaparece, pueden tragar alimentos sólidos.
          • Capacidad de sentarse con apoyo. Deben ser capaces de mantener la cabeza erguida y sentarse en una posición semi-erguida o erguida. Esto reduce el riesgo de atragantamiento.
          • Curiosidad por la comida. Muestran interés en lo que comen los adultos, intentando alcanzar la comida o abriendo la boca al verla.

          La forma de introducir los alimentos también ha evolucionado. La tendencia actual favorece el Baby-Led Weaning (BLW), o alimentación dirigida por el bebé, un método en el que se ofrecen al bebé alimentos en trozos grandes y seguros para que él mismo los agarre y explore. Sin embargo, la forma tradicional de purés sigue siendo una excelente opción. La clave está en la flexibilidad y en observar las señales de tu bebé.

          Principios clave para una introducción segura:

          • Empezar con un alimento a la vez. Introducir un nuevo alimento cada 3-5 días permite identificar posibles alergias o intolerancias.
          • Variedad y textura. No te limites a los purés. A medida que el bebé crece, introduce diferentes texturas para fomentar el desarrollo de las habilidades orales y la aceptación de nuevos sabores.
          • Ambiente tranquilo. Ofrece las comidas en un ambiente relajado y sin distracciones.
          • No forzar. Permite que el bebé marque el ritmo. Si rechaza un alimento, inténtalo de nuevo en otro momento. La exposición repetida es clave para la aceptación.

          Los errores más comunes de los padres al introducir alimentos

          A pesar de las buenas intenciones, los padres a menudo cometen errores que pueden complicar este proceso digestivo. Ser consciente de ellos es el primer paso para evitarlos.

          • Introducir sólidos demasiado pronto. Empezar antes de los 4 meses aumenta el riesgo de atragantamiento y de alergias. Además, el sistema digestivo del bebé aún no está maduro para procesar alimentos sólidos.
          • Dar jugos y alimentos azucarados. Los jugos, incluso los naturales, y los alimentos con azúcar añadido no tienen ningún valor nutricional para los bebés y pueden desplazar a la leche materna/fórmula. El agua debe introducirse después de los 6 meses y en pequeñas cantidades.
          • Añadir sal o azúcar a la comida del bebé. Los riñones del bebé no están preparados para procesar grandes cantidades de sodio. De igual forma, el azúcar añadido no solo es innecesario, sino que también puede sentar las bases para la preferencia por los sabores dulces en el futuro.
          • Ignorar el riesgo de atragantamiento. Este es, sin duda, el error más peligroso. Evita alimentos duros, redondos o pequeños que puedan obstruir las vías respiratorias.
          • Falta de paciencia. La introducción de alimentos es un proceso de aprendizaje. Los bebés pueden tardar hasta 10 o 15 intentos en aceptar un nuevo alimento. La frustración de los padres puede generar una relación negativa con la comida.
          • Comparar con otros bebés. Cada bebé es único y tiene su propio ritmo. Comparar el progreso de tu hijo con el de otros solo crea ansiedad innecesaria.
          • Descuidar la seguridad de la silla de comer. Asegúrate de que tu bebé esté sentado de forma segura en una trona con arnés antes de ofrecerle comida.

          ¿Por qué se deben seguir las indicaciones del pediatra?

          El pediatra es tu principal aliado en este proceso. Su orientación es invaluable y no debe ser subestimada. Aquí te explicamos algunas de las razones más destacadas.

          • Evaluación de la salud del bebé. El pediatra puede evaluar el crecimiento y desarrollo de tu bebé y determinar si está listo para empezar con los alimentos sólidos.
          • Historial médico. Tienen acceso al historial familiar de alergias o condiciones médicas que podrían influir en el proceso de alimentación.
          • Asesoramiento individualizado. Cada bebé es diferente. El pediatra puede adaptar las recomendaciones a las necesidades específicas de tu hijo, ya sea que tenga un bajo peso, alergias o alguna otra condición.
          • Prevención de problemas de salud. Seguir las indicaciones del pediatra ayuda a prevenir deficiencias nutricionales, problemas de crecimiento, y el desarrollo de malos hábitos alimenticios en el futuro.
          • Identificación de señales de alerta. El pediatra te enseñará a reconocer las señales de atragantamiento, las reacciones alérgicas y otros problemas que puedan surgir.
          • Tranquilidad para los padres. La orientación de un profesional puede aliviar la ansiedad de los padres y darles la confianza que necesitan para disfrutar de este hito.

          En fin, la introducción de alimentos a tu bebé es un momento de descubrimiento y aprendizaje, no una carrera. La paciencia, la observación y la seguridad son los pilares de este proceso. Al seguir las recomendaciones de especialistas como la OMS y la AAP, y al trabajar de la mano con tu pediatra, puedes sentar las bases para una relación positiva y saludable con la comida para tu hijo. Recuerda, el objetivo no es que el bebé coma todo a la perfección desde el primer día, sino que explore, pruebe y disfrute de los nuevos sabores y texturas en un entorno seguro y lleno de amor. Este es el verdadero regalo que le darás a tu bebé en su viaje hacia la alimentación.

           

          Fuentes: