¿Qué significan los berrinches en los niños y cómo actuar?

Los berrinches, también conocidos como pataletas, son una parte normal del desarrollo infantil. Ver a un niño gritando, llorando, tirándose al suelo o pateando en público, es quizás una de las experiencias más desafiantes y vergonzosas para un padre. Sin embargo, en lugar de ser un signo de mala crianza, en realidad, una manifestación de emociones abrumadoras que los niños pequeños aún no saben cómo procesar ni expresar de manera constructiva. No te preocupes, hoy conocerás qué son los berrinches, por qué ocurren y cómo manejarlos de manera efectiva y con empatía.

¿Qué son los berrinches en los niños?

Un berrinche es una explosión emocional que se caracteriza por comportamientos incómodos, como llorar, gritar, patear, golpear, aguantar la respiración, o tirarse al suelo. Son más comunes en niños con edades que oscilan entre 18 meses y los 4 años de edad. Para muchos, este es un período conocido como los terribles dos o terribles tres. La razón de que esta conducta pueda aparecer en esta etapa es multifacética y está directamente relacionada con el desarrollo cognitivo y emocional del niño.

En esencia, un berrinche es una señal de que el niño no puede manejar la frustración. Durante esta etapa, los niños están desarrollando un sentido de independencia, pero no han desarrollado las habilidades de comunicación y la capacidad de autorregulación emocional que se requieren para expresar sus deseos o frustraciones de manera adecuada.

Los berrinches no siempre son una reacción a un no. Estos pueden ser provocados por una variedad de factores, como el hambre, el cansancio, la sobreestimulación o la necesidad de atención. También son una forma en la que los niños prueban los límites y aprenden sobre causa y efecto: Si me tiro al suelo y lloro, ¿conseguiré lo que quiero? Es muy importante comprender que, los berrinches no son una manipulación intencional por parte del niño, sino una respuesta genuina a una situación que les resulta difícil de manejar.

Causas comunes de los berrinches

La base para el manejo efectivo de los berrinches, es comprender qué los desencadena. Y, entre las causas más comunes, se pueden incluir las siguientes.

  • Frustración. Esta es, sin duda, la principal causa. Los niños se frustran cuando no pueden hacer algo por sí mismos o cuando no consiguen lo que quieren.
  • Necesidades básicas insatisfechas. Un niño cansado, con hambre o aburrido, es un niño que está más propenso a los berrinches. El agotamiento y el hambre disminuyen la capacidad de una persona, y más en un niño, para el manejo de sus emociones.
  • Búsqueda de atención. En muchos casos, los niños tienen un berrinche simplemente para obtener la atención de sus padres, incluso si esta atención es negativa, solo quieren ser tomados en cuenta.
  • Límites y reglas. Los berrinches también ocurren cuando se le dice a un niño que no puede hacer algo o que debe seguir una regla. Es su forma de protestar contra los límites indicados.

¿Cómo se deben manejar los berrinches en los niños?

El manejo de los berrinches requiere una combinación de paciencia, límites claros y empatía. Lo importante no es ganar al niño ante un berrinche, sino ser su guía a través de su emoción y enseñarle cómo autorregular sus emociones para el futuro. A continuación, algunas estrategias efectivas.

  • Mantener la calma y la perspectiva.Lo primero y más importante es que el adulto mantenga la calma. Un padre enojado, que grita, solo puede lograr agravar el momento y que sea una situación más intensa. Al mantener la calma, el adulto le está enseñando al niño, con el ejemplo, cómo manejar las emociones difíciles. Respire hondo y recuerde siempre, que esto es normal y pasará.
  • No ceder. Si el berrinche es por algo que el niño quiere, como un dulce antes de la cena, usted debe mantenerse firme. Ceder solo le enseña al niño que el berrinche es una herramienta efectiva para conseguir lo que quiere. Vale mencionar, que esto no significa que debe ser inflexible, pero sí puede definir límites razonables.
  • Validar las emociones del niño. Aunque no pueda ceder, sí es válido reconocer los sentimientos del niño. Frases como Sé que estás muy enojado porque no podemos comprar ese juguete, ayudan al niño a sentirse comprendido. Esto significa que reconoce la frustración del pequeño, aunque no esté de acuerdo con el berrinche.
  • Ofrecer un lugar seguro para el berrinche. Si el berrinche ocurre en un lugar público, haga lo posible por llevar al niño a un lugar más privado y tranquilo, puede ser el coche o un pasillo. Esto es un tiempo fuera de la situación, y el niño tendrá la oportunidad de calmarse sin la presión de otras personas mirando. Y, si está en casa, puede ser un rincón de la habitación.
  • Redirigir y distraer. Cuando se encuentra en la fase inicial de un berrinche, a veces la distracción funciona. Por ejemplo, mira ese pájaro tan bonito, si el niño es amante a los animales, es probable que pueda ayudarle a salir del berrinche. Esta técnica es más efectiva en niños pequeños. Pero, a medida que crecen, es ideal enseñarle a nombrar y reconocer sus sentimientos.
  • Aprender a prevenir los berrinches.La mejor estrategia es la prevención. Para lograr esta habilidad, observe los patrones de berrinches de su hijo, es decir, cuándo ocurren, si es cuando tiene hambre o sueño. También es importante que, si va a experimentar una transición difícil, como salir del parque, dígalo al niño con anticipación, para que este cambio no lo sorprenda.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?

De acuerdo con los profesionales, la mayoría de los berrinches son normales y, eventualmente, irán disminuyendo su frecuencia con el crecimiento y desarrollo del niño, cuando aprende habilidades de comunicación y autorregulación. Sin embargo, en raras ocasiones, los berrinches pueden ser un signo de otra condición oculta. Por lo tanto, se recomienda consultar a un pediatra ante alguno de estos casos.

  • Los berrinches, en lugar de disminuir, se vuelven más frecuentes, intensos o duran más de 15 minutos.
  • El niño se lastima o lastima a otros durante estos eventos.
  • El niño tiene convulsiones, dejar de respirar por mucho tiempo o, puede llegar a presentar desmayos.
  • El niño tiene 4 años o más, y los berrinches no tienden a disminuir.
  • Los berrinches son tan intensos que están afectando la vida familiar o social del niño, de manera negativa.

Los berrinches, aunque puede ser situaciones incómodas, no son el fin del mundo. Es parte del crecimiento del niño, y así aprende a manejar emociones difíciles y para que los padres puedan fortalecer su vínculo con ellos a través de la paciencia y la empatía. Al aceptar que un berrinche no es una manipulación, sino una expresión de frustración y falta de control, los padres tienen la oportunidad de responder con calma, establecer límites claros y guiar a sus hijos en esta etapa de su desarrollo. La clave es la consistencia y el amor, recordando que está criando a un ser humano con un cerebro en desarrollo.

 

Fuentes:

  • Green, C. & O’Connell, J. (2014). Berrinches y límites: Un enfoque práctico para los padres. Ediciones Paidós.
  • Shapiro, L. E. (2013). El poder de la inteligencia emocional de los niños. Grupo Editorial Norma.

    La fiebre: Un aviso que puedes manejar con calma

    La fiebre es uno de los síntomas más comunes en los niños, sin embargo, suele ser uno de los más preocupantes para los padres y cuidadores. Cuando un niño presenta temperatura elevada puede generar ansiedad y, por ende, crear muchas dudas: ¿Es grave? ¿Debo llevar al niño a urgencias? ¿Qué debo hacer? Para la tranquilidad de muchos, hoy conocerás información clara acerca de la fiebre, qué es, cuándo preocuparse y cómo actuar de manera segura y eficaz.

    ¿Qué es la fiebre?

    Es muy común creer que la fiebre es una enfermedad en sí misma, cuando en realidad, este es un mecanismo de defensa natural del cuerpo. La fiebre se define como la elevación temporal de la temperatura corporal. La realidad es que, la fiebre no es un enemigo, sino un aliado que ayuda a combatir infecciones, porque, la mayoría de las bacterias y virus que causan enfermedades se reproducen mejor a la temperatura corporal normal. De acuerdo con Baraff (2000), cuando el cuerpo eleva la temperatura, en realidad crea un ambiente hostil para estos patógenos, lo que dificulta su replicación y estimula el sistema inmunológico para que funcione de manera más eficiente.

    La temperatura normal de un niño puede variar, per en rasgos generales, se considera que un niño tiene fiebre cuando su temperatura rectal es igual o superior a 38°C, la oral es igual o superior a 37.8°C y la axilar es igual o superior a 37.2°C, recordando que al tomar la temperatura en la axila, se debe sumar 0,5°C. Muchos especialistas están de acuerdo en que la medición rectal es la más precisa en bebés y niños pequeños.

    ¿Por qué ocurre la fiebre en los niños?

    La principal causa de la fiebre en niños son las infecciones, tanto virales como bacterianas. Chiappini et al. (2017) señala que, algunas de las infecciones virales son, el resfriado común, la gripe o la gastroenteritis. Por otra parte, entre las infecciones bacterianas están la otitis media, la neumonía o la infección del tracto urinario, las cuales pueden requerir tratamiento con antibióticos, los cuales deben ser indicados por el pediatra.

    Existen otras causas de la fiebre en niños, tales como:

    • Reacciones a vacunas. La fiebre es una reacción común y esperada después de la administración de algunas vacunas, tales como el sarampión, las paperas y la rubéola, o la vacuna para difteria, tétanos y tos ferina.
    • Dentición. A pesar de ser una creencia popular, cuando están apareciendo los dientes, no suele causar fiebres altas. Pero, si en esta condición, el niño presenta temperatura superior a 38.5°C o luce muy enfermo, es probable que la causa sea otra y no la salida de los dientes.
    • Golpe de calor. Exposición prolongada a altas temperaturas, como dejar al niño en un coche cerrado, puede elevar peligrosamente la temperatura corporal, y convertirse en una emergencia médica.

    ¿Siempre hay que preocuparse cuando un niño tiene fiebre?

    La respuesta corta es no. Como se ha dicho anteriormente, la fiebre es un síntoma, no una enfermedad. La clave no es el número que marca el termómetro, sino el estado general del niño. Un niño con 39°C de fiebre que está jugando, bebiendo líquidos y con buen aspecto, es probable que no requiera de una intervención médica inmediata. Pero, cuando un niño con 38°C que está decaído, irritable, no quiere beber y presenta otros síntomas alarmantes, sí podría requerir una pronta evaluación médica.

    Por esta razón, se darán a conocer algunas situaciones en las que la fiebre sí es motivo de preocupación y requiere atención médica urgente.

    • Bebés menores de 3 meses. Cualquier fiebre en un bebé de esta edad, incluso si presenta una fiebre baja, debe ser evaluada por un médico de inmediato. Su sistema inmunológico aún no está completamente desarrollado y una fiebre puede ser la única señal de una infección grave.
    • Fiebre alta persistente. Si la fiebre no baja con medicamentos y dura más de 24-48 horas, o si el niño parece estar empeorando.
    • Fiebre con otros síntomas graves. Como lo son, la dificultad para respirar, rigidez del cuello, erupción cutánea que no desaparece al presionar, dolor de cabeza intenso, confusión o irritabilidad extrema, signos de deshidratación como llanto sin lágrimas, ojos hundidos, poca orina, boca seca; y convulsiones febriles.

    ¿Qué hacer en caso de fiebre en los niños?

    La prioridad ante un cuadro de fiebre es mejorar el confort del niño, al considerar que un niño que se siente mejor, come, bebe y duerme, tiene más probabilidades de recuperarse más rápido. Algunas recomendaciones para el manejo de la fiebre en casa, son las siguientes.

    • Mantener la hidratación. La fiebre puede provocar deshidratación. De aquí la importancia de ofrecer al niño líquidos con frecuencia, como agua, caldos, jugos diluidos o soluciones de rehidratación oral. Si el niño está vomitando, ofrezca pequeñas cantidades de líquido a intervalos cortos.
    • Medicación. Los medicamentos antipiréticos (reductores de la fiebre) más comunes y seguros para los niños son el paracetamol (acetaminofén) y el ibuprofeno. Es importante mencionar que, el ibuprofeno se recomienda para niños a partir de 6 meses de edad, mientras que el paracetamol, es recomendado para niños de todas las edades. Y, la dosis de ambos medicamentos es en función al peso del niño, si tiene dudas, recuerde siempre consultar a su pediatra.
    • Ropa ligera y ambiente fresco. Vestir al niño con ropa ligera y mantener la habitación a una temperatura agradable. Evitar arroparlo en exceso es otra de las recomendaciones importantes, ya que esto puede impedir que el calor se disipe.
    • Dar baños tibios. Un baño de esponja con agua tibia (no fría) puede ayudar a bajar la temperatura y a calmar al niño. Pero, los especialistas no lo recomiendan como primera opción. Tampoco debe usar agua fría o alcohol, ya que puede causar escalofríos y un aumento de la temperatura central.
    • Descansar. El cuerpo necesita energía para combatir la infección. Fomente el descanso y evite actividades extenuantes.

    La fiebre es una respuesta fisiológica normal y, en la mayoría de los casos, un signo de que el sistema inmunológico está haciendo su trabajo. Para saber cuándo buscar atención médica, la clave es recordar que la fiebre es un síntoma, no el enemigo, y que la observación y el sentido común son las mejores herramientas para cuidar de un niño enfermo.

     

    Fuentes:

    • American Academy of Pediatrics. (2011). Clinical Practice Guideline: Management of Fever and Dehydration in Children with Gastroenteritis. Publicación en línea.
    • Baraff, L. J. (2000). Management of fever in infants and children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 105(3), 633-640.
    • Chiappini, E., Bortone, B., Tovo, P. A., et al. (2017). Guidelines for the management of fever in children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 140(1), e20170068.
    • Sullivan, J. E., & Farrar, H. C. (2011). Fever and antipyretic use in children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 127(3), 580-587.Â

      Cómo introducir alimentos a tu bebé de forma segura

      La introducción de alimentos sólidos es un hito emocionante y a menudo desafiante en la vida de un bebé y sus padres. Es el comienzo de un viaje culinario que sentará las bases para los hábitos alimenticios de toda la vida. Sin embargo, este proceso también genera muchas dudas y preguntas: ¿cuándo empezar?, ¿qué alimentos ofrecer?, ¿cómo hacerlo de forma segura? Hoy, conocerás las recomendaciones de algunos de los especialistas en el tema, reconocerás los errores más comunes y aprenderás la importancia de seguir las indicaciones del pediatra para garantizar una transición exitosa y saludable.

      ¿Cuándo y cómo empezar? Recomendaciones de los especialistas

      Durante mucho tiempo, la edad de inicio para la alimentación complementaria ha sido un tema de debate. Hoy en día, las principales organizaciones de salud, como la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), coinciden en que la edad ideal para empezar es alrededor de los 6 meses de edad (OMS, 2021). Hasta este momento, la leche materna o la fórmula infantil proporcionan todos los nutrientes que el bebé necesita para un crecimiento óptimo.

      Es crucial no precipitarse. Los bebés deben mostrar ciertas señales de preparación antes de empezar con los alimentos sólidos, entre las que se pueden mencionar:

      • Pérdida del reflejo de extrusión. El reflejo natural que hace que los bebés expulsen cualquier cosa que entre en su boca. Cuando este reflejo desaparece, pueden tragar alimentos sólidos.
      • Capacidad de sentarse con apoyo. Deben ser capaces de mantener la cabeza erguida y sentarse en una posición semi-erguida o erguida. Esto reduce el riesgo de atragantamiento.
      • Curiosidad por la comida. Muestran interés en lo que comen los adultos, intentando alcanzar la comida o abriendo la boca al verla.

      La forma de introducir los alimentos también ha evolucionado. La tendencia actual favorece el Baby-Led Weaning (BLW), o alimentación dirigida por el bebé, un método en el que se ofrecen al bebé alimentos en trozos grandes y seguros para que él mismo los agarre y explore. Sin embargo, la forma tradicional de purés sigue siendo una excelente opción. La clave está en la flexibilidad y en observar las señales de tu bebé.

      Principios clave para una introducción segura:

      • Empezar con un alimento a la vez. Introducir un nuevo alimento cada 3-5 días permite identificar posibles alergias o intolerancias.
      • Variedad y textura. No te limites a los purés. A medida que el bebé crece, introduce diferentes texturas para fomentar el desarrollo de las habilidades orales y la aceptación de nuevos sabores.
      • Ambiente tranquilo. Ofrece las comidas en un ambiente relajado y sin distracciones.
      • No forzar. Permite que el bebé marque el ritmo. Si rechaza un alimento, inténtalo de nuevo en otro momento. La exposición repetida es clave para la aceptación.

      Los errores más comunes de los padres al introducir alimentos

      A pesar de las buenas intenciones, los padres a menudo cometen errores que pueden complicar este proceso digestivo. Ser consciente de ellos es el primer paso para evitarlos.

      • Introducir sólidos demasiado pronto. Empezar antes de los 4 meses aumenta el riesgo de atragantamiento y de alergias. Además, el sistema digestivo del bebé aún no está maduro para procesar alimentos sólidos.
      • Dar jugos y alimentos azucarados. Los jugos, incluso los naturales, y los alimentos con azúcar añadido no tienen ningún valor nutricional para los bebés y pueden desplazar a la leche materna/fórmula. El agua debe introducirse después de los 6 meses y en pequeñas cantidades.
      • Añadir sal o azúcar a la comida del bebé. Los riñones del bebé no están preparados para procesar grandes cantidades de sodio. De igual forma, el azúcar añadido no solo es innecesario, sino que también puede sentar las bases para la preferencia por los sabores dulces en el futuro.
      • Ignorar el riesgo de atragantamiento. Este es, sin duda, el error más peligroso. Evita alimentos duros, redondos o pequeños que puedan obstruir las vías respiratorias.
      • Falta de paciencia. La introducción de alimentos es un proceso de aprendizaje. Los bebés pueden tardar hasta 10 o 15 intentos en aceptar un nuevo alimento. La frustración de los padres puede generar una relación negativa con la comida.
      • Comparar con otros bebés. Cada bebé es único y tiene su propio ritmo. Comparar el progreso de tu hijo con el de otros solo crea ansiedad innecesaria.
      • Descuidar la seguridad de la silla de comer. Asegúrate de que tu bebé esté sentado de forma segura en una trona con arnés antes de ofrecerle comida.

      ¿Por qué se deben seguir las indicaciones del pediatra?

      El pediatra es tu principal aliado en este proceso. Su orientación es invaluable y no debe ser subestimada. Aquí te explicamos algunas de las razones más destacadas.

      • Evaluación de la salud del bebé. El pediatra puede evaluar el crecimiento y desarrollo de tu bebé y determinar si está listo para empezar con los alimentos sólidos.
      • Historial médico. Tienen acceso al historial familiar de alergias o condiciones médicas que podrían influir en el proceso de alimentación.
      • Asesoramiento individualizado. Cada bebé es diferente. El pediatra puede adaptar las recomendaciones a las necesidades específicas de tu hijo, ya sea que tenga un bajo peso, alergias o alguna otra condición.
      • Prevención de problemas de salud. Seguir las indicaciones del pediatra ayuda a prevenir deficiencias nutricionales, problemas de crecimiento, y el desarrollo de malos hábitos alimenticios en el futuro.
      • Identificación de señales de alerta. El pediatra te enseñará a reconocer las señales de atragantamiento, las reacciones alérgicas y otros problemas que puedan surgir.
      • Tranquilidad para los padres. La orientación de un profesional puede aliviar la ansiedad de los padres y darles la confianza que necesitan para disfrutar de este hito.

      En fin, la introducción de alimentos a tu bebé es un momento de descubrimiento y aprendizaje, no una carrera. La paciencia, la observación y la seguridad son los pilares de este proceso. Al seguir las recomendaciones de especialistas como la OMS y la AAP, y al trabajar de la mano con tu pediatra, puedes sentar las bases para una relación positiva y saludable con la comida para tu hijo. Recuerda, el objetivo no es que el bebé coma todo a la perfección desde el primer día, sino que explore, pruebe y disfrute de los nuevos sabores y texturas en un entorno seguro y lleno de amor. Este es el verdadero regalo que le darás a tu bebé en su viaje hacia la alimentación.

       

      Fuentes:

        La vida de un bebé zurdo: Desafíos y alegrías

        Cada 13 de agosto, celebramos la singularidad y el talento de aproximadamente el 10% de la población mundial que utiliza su mano izquierda de forma dominante. Ser zurdo no es solo una preferencia, sino una característica que influye en cómo las personas interactúan con el mundo. Para los padres de un bebé zurdo, esta realidad plantea preguntas y desafíos únicos, que esperamos poder responder en esta oportunidad, y de esta manera, ayudarlos a entender, apoyar y celebrar a sus pequeños zurdos.

        ¿Cómo detectar si tu bebé es zurdo?

        Determinar la lateralidad de un bebé es un proceso que lleva tiempo y observación. No hay una prueba definitiva para saberlo en los primeros meses, ya que los bebés utilizan ambas manos de manera indiscriminada. La preferencia por una mano generalmente se establece entre los 2 y 4 años, aunque puede tardar más en consolidarse.

        Señales para observar

        • Alcance y agarre. Nota con qué mano tu bebé prefiere alcanzar y agarrar objetos, como juguetes o comida. La consistencia en el uso de una mano es una pista clave.
        • Gestos espontáneos. Observa qué mano usa para gestos espontáneos, como señalar o tocar.
        • Actividades de juego. Fíjate con qué mano sostiene el crayón o la cuchara. Aunque al principio puede parecer aleatorio, con el tiempo notarás un patrón.

        Es importante recordar que forzar a un niño a usar la mano derecha si su preferencia natural es la izquierda puede ser perjudicial. Históricamente, se intentaba corregir a los zurdos, pero esta práctica ha sido desmentida por la ciencia. La dominancia manual es una característica neurológica, no una elección, y forzar un cambio puede provocar problemas de aprendizaje, coordinación y estrés.

        ¿Por qué algunas personas son zurdas?

        La ciencia detrás de la zurdera es fascinante y todavía está en constante investigación. A diferencia de lo que se creía en el pasado, no hay una única causa. Ser zurdo es el resultado de una compleja interacción de factores genéticos y ambientales.

        • Genética. Se ha observado que la zurdera tiene un componente hereditario. Para Francks (2017), si uno o ambos padres son zurdos, la probabilidad de que el bebé también lo sea aumenta. Sin embargo, no hay un gen de la zurdera único. Se cree que múltiples genes influyen en el desarrollo de la lateralidad cerebral.
        • Desarrollo cerebral. El cerebro está dividido en dos hemisferios. En la mayoría de las personas diestras, el hemisferio izquierdo es dominante para el lenguaje y el control motor. En los zurdos, esta lateralización puede ser diferente. Un zurdo puede tener el hemisferio derecho dominante para el lenguaje, o una combinación menos clara. Esta organización cerebral única es lo que determina la preferencia manual.
        • Factores ambientales y perinatales. Algunos estudios sugieren que factores durante el embarazo o el parto, como la exposición a ciertas hormonas, pueden influir en la lateralidad. No obstante, estas teorías aún son objeto de debate en la comunidad científica.

        En resumen, ser zurdo es una variación natural del desarrollo humano, no una anomalía. Es un reflejo de la diversidad neurológica que enriquece nuestra especie.

        ¿Cómo ayudar a tu bebé zurdo a convivir en un mundo de diestros?

        El mundo está diseñado en gran medida para diestros. Desde tijeras hasta abridores de latas y pupitres escolares, los productos y herramientas cotidianas a menudo no son ergonómicos para los zurdos. Sin embargo, con un poco de apoyo y comprensión, puedes ayudar a tu bebé a navegar por este mundo con confianza.

        • Aceptación y apoyo. Lo más importante que puedes hacer es aceptar y celebrar la zurdera de tu hijo. Nunca lo presiones para usar la mano derecha. Anímale a usar su mano dominante y elógiale por ello. Esta actitud positiva es fundamental para su autoestima y desarrollo.
        • Herramientas adecuadas. Proporciona a tu hijo herramientas y útiles diseñados específicamente para zurdos.
          • Tijeras para zurdos. Tienen las cuchillas invertidas para que puedan ver la línea de corte y la fuerza de agarre sea natural.
          • Lápices y bolígrafos ergonómicos. Algunos están diseñados para evitar que la mano se canse o se manche con tinta.
          • Reglas y cuadernos. Existen reglas con la numeración invertida y cuadernos con espirales en la parte superior o derecha para que la mano no choque al escribir.
        • Observar y adaptar. Enseñar a un niño zurdo a escribir o a usar ciertos utensilios puede requerir una perspectiva diferente.
          • Escritura. A menudo, los niños zurdos adoptan una postura de gancho al escribir para poder ver lo que están haciendo y evitar manchar el papel. En lugar de corregir esta postura de inmediato, busca adaptaciones. Una inclinación del papel hacia la derecha puede ser muy útil para ellos.
          • Deportes. En deportes como el béisbol o el hockey, la posición del bate o el palo puede ser diferente. Anímalo a practicar de la forma que le resulte más cómoda.
        • Desarrollar habilidades bilaterales. Aunque la zurdera sea su preferencia dominante, es beneficioso que aprenda a usar ambas manos. Anímalo a participar en actividades que requieran la coordinación de ambas manos, como tocar un instrumento musical, jugar con plastilina o construir con bloques. Esto no solo mejora su coordinación motriz, sino que también estimula la comunicación entre los dos hemisferios cerebrales.

        La celebración de una diferencia valiosa

        Ser zurdo no es una desventaja, sino una diferencia con sus propias ventajas. De hecho, ser zurdo se ha asociado con una mayor creatividad y habilidades espaciales en algunas áreas. Muchos zurdos se han destacado en campos como el arte, la música y los deportes. Figuras icónicas como Leonardo da Vinci, Paul McCartney y Rafael Nadal son ejemplos del talento zurdo que ha dejado una marca en el mundo.

        El Día Mundial del Zurdo es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la inclusión y la adaptación. La clave es crear un entorno donde tu bebé zurdo se sienta comprendido, valorado y equipado con las herramientas que necesita para prosperar. Tu papel como padre es su mayor aliado en este camino, ayudándolo a crecer y a desarrollar todo su potencial en un mundo que, aunque predominantemente diestro, está cada vez más abierto a celebrar la diversidad en todas sus formas.

         

        Fuentes:

        • Corey, G. (2012). Left-Handed Children: A Guide for Parents and Teachers. The Left-Handed Store.
        • Francks, C. (2017). The genetics of handedness. Current Opinion in Behavioral Sciences, 15, 92-98.
        • McManus, I. C., & Francks, C. (2016). The inheritance of handedness. Handbook of Clinical Neurology, 133, 165-179

        La higiene bucal de tu bebé

        La llegada de un bebé transforma la vida de una familia de innumerables maneras. Entre la avalancha de nuevas responsabilidades y el torbellino de emociones, la salud del pequeño se convierte en la prioridad absoluta. Sin embargo, en medio de la preocupación por la alimentación, el sueño y el desarrollo motor, un aspecto crucial a menudo se pasa por alto o se subestima: la salud bucal. Contrario a la creencia popular de que el cuidado dental comienza con la aparición del primer diente, la realidad es que la base para una sonrisa sana y duradera se construye mucho antes, incluso desde los primeros días de vida del lactante, utilizando una herramienta tan sencilla como una gasa húmeda. Este enfoque temprano no solo sienta las bases para una salud oral óptima, sino que también ofrece un tesoro invaluable: fortalece el vínculo afectivo entre padres e hijos de maneras profundas y significativas.

        ¿Por qué empezar tan pronto?

        La boca de un recién nacido, aunque desprovista de dientes visibles, no es un lienzo en blanco desde el punto de vista bacteriano. Desde el momento del nacimiento, la cavidad oral del bebé es colonizada por una variedad de microorganismos. Si bien muchos son inofensivos, la presencia de bacterias responsables de las caries, es una preocupación constante. Estas bacterias pueden ser transmitidas de los padres o cuidadores al bebé a través de la saliva, por ejemplo, al compartir utensilios o soplar la comida. Establecer una rutina de higiene bucal desde el principio ayuda a controlar esta carga bacteriana, reduciendo el riesgo de desarrollo temprano de caries, una condición conocida como caries de la primera infancia o caries del biberón, que puede tener consecuencias devastadoras para la salud oral y general del niño.

        Además de la prevención de caries, la limpieza temprana de las encías prepara el terreno para la erupción de los futuros dientes. Las encías sanas y limpias ofrecen un ambiente óptimo para que los dientes primarios emerjan sin complicaciones. También acostumbra al bebé a la manipulación de su boca, haciendo que la transición a la higiene con cepillo de dientes sea mucho más suave y aceptada en el futuro.

        Una técnica poderosa: La gasa húmeda

        La técnica es sorprendentemente sencilla y efectiva, consiste en usar una gasa estéril, o un paño de algodón suave y limpio, humedecido con agua hervida y enfriada. Antes de iniciar el procedimiento, los padres o cuidadores del bebé, deben lavarse muy bien las manos, envolver la gasa alrededor de su dedo índice y suavemente limpiar todas las superficies de las encías, la lengua y el interior de las mejillas del bebé. Este ritual debe realizarse al menos dos veces al día, preferiblemente después de las tomas y antes de dormir.

        ¿Qué logra esta simple acción?

        • Remoción de residuos lácteos y bacterias. La gasa arrastra los restos de leche, ya sea materna o de fórmula, que pueden adherirse a las encías y la lengua. Estos residuos, si se dejan, pueden servir de alimento para las bacterias, facilitando su proliferación.
        • Control de la placa bacteriana. Aunque no hay dientes, la placa bacteriana puede formarse en las superficies de las encías. La gasa ayuda a eliminar esta biopelícula, minimizando la carga bacteriana general en la boca.
        • Estimulación suave de las encías. El masaje suave que se ejerce con la gasa sobre las encías puede ser beneficioso para el bebé, aliviando las molestias que a veces acompañan la etapa previa a la erupción dental.
        • Adaptación a la higiene oral. Al introducir esta práctica desde una edad temprana, el bebé se familiariza con la sensación de la limpieza bucal. Esto reduce la resistencia cuando es el momento de incorporar un cepillo de dientes, haciendo que la higiene sea una parte natural de su rutina diaria.

        Más allá de la higiene: El vínculo que nace del tacto y el cuidado

        Si bien los beneficios para la salud bucal son innegables, la magia de esta práctica trasciende lo puramente físico. La limpieza de la boca del bebé con una gasa húmeda se convierte en un momento íntimo y tierno que fortalece el vínculo entre padres e hijos.

        • Tiempo de calidad y atención plena. En un mundo lleno de distracciones, dedicar unos minutos exclusivos a la boca del bebé, con atención plena y un toque suave, es un acto de amor incondicional. El bebé siente la cercanía, el calor y la dedicación de sus padres.
        • Contacto piel con piel y sensorial. El contacto de los dedos de los padres con las encías y la lengua del bebé es una forma de contacto piel con piel que estimula el desarrollo sensorial del pequeño. Es una caricia que va más allá de la limpieza, transmitiendo seguridad y afecto.
        • Comunicación no verbal. Durante estos momentos, se establece una comunicación no verbal. El bebé responde a la suavidad del toque, a la mirada de sus padres, a la voz tranquilizadora. Es un diálogo silencioso, de confianza y cuidado mutuo.
        • Ritual y rutina afectiva. La repetición de este acto se convierte en un ritual. Los bebés prosperan con las rutinas, ya que les brindan una sensación de seguridad y predictibilidad. Este ritual de higiene oral se imbrica en la rutina diaria como un momento de conexión.
        • Construyendo la confianza. Al permitir que los padres manipulen una parte tan sensible de su cuerpo, el bebé desarrolla una confianza fundamental. Esta confianza se extiende a otras áreas de su vida, sabiendo que sus padres están ahí para cuidarlo y protegerlo.
        • Preparación para futuras interacciones médicas. Acostumbrar al bebé a que sus padres exploren suavemente su boca, lo prepara también para futuras visitas al pediatra o al odontólogo. Reduce la ansiedad y el miedo asociados a la manipulación de su cavidad oral por parte de profesionales.

        Los padres, por su parte, experimentan la gratificación de saber que están brindando a su hijo una base sólida para una vida de salud. La sensación de ser un cuidador competente y afectuoso se refuerza con cada limpieza exitosa. Este pequeño acto, repetido día tras día, construye un andamiaje de amor, confianza y cuidado que perdurará mucho más allá de la erupción del primer diente.

        La salud bucal en los bebés es mucho más que simplemente dientes sanos; es una ventana hacia el bienestar general y una oportunidad invaluable para fortalecer el vínculo familiar. Al iniciar el cuidado bucal antes de la erupción del primer diente, utilizando la humilde, pero poderosa gasa húmeda, los padres no solo están previniendo enfermedades y sentando las bases para una sonrisa radiante, sino que también están invirtiendo en un tesoro intangible, y es la conexión emocional con sus hijos.

        Cada suave pasada de la gasa es un susurro de amor, un gesto de protección y una promesa de cuidado. Es en estos pequeños actos cotidianos, repletos de ternura y dedicación, donde se forjan los lazos más fuertes y se construye una infancia feliz y saludable, de adentro hacia afuera, diente a diente, y corazón a corazón.

         

        Fuentes:

        American Academy of Pediatric Dentistry (AAPD). (2024). Policy on Early Childhood Caries (ECC): Classifications, Consequences, and Preventive Strategies. Disponible en: https://www.aapd.org/research/oral-health-policies-recommendations/early-childhood-caries/

        American Dental Association (ADA). (2024). Baby Teeth. Recuperado de https://www.mouthhealthy.org/all-topics-a-z/baby-teeth

        Nacional Institute of Dental and Craniofacial Research (NIDCR). (2023). Oral Health in Children. Disponible en: https://www.nidcr.nih.gov/health-info/children

        Organización Mundial de la Salud (OMS). (2023). Salud bucodental. Recuperado de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/oral-health

        TDA vs TDAH: Lo que necesitas saber

        En el ámbito de la neurodiversidad, dos términos a menudo se confunden y se utilizan indistintamente: el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Si bien comparten una raíz común en la disfunción de la atención, es crucial comprender sus particularidades para un diagnóstico preciso y, lo que es más importante, para brindar el apoyo adecuado a los niños que viven con estas condiciones. Le invitamos a explorar sus características distintivas, cómo se diferencian y, finalmente, conocer algunas recomendaciones prácticas para fomentar un entorno de convivencia armonioso y propicio para el desarrollo de los niños afectados.

        ¿Qué es el TDA (Trastorno por Déficit de Atención)?

        Tradicionalmente, el TDA se refería a una presentación del trastorno de atención que se caracterizaba predominantemente por la falta de atención. En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), la terminología ha evolucionado, y lo que antes se conocía como TDA ahora se clasifica como TDAH con presentación predominantemente inatenta. A pesar del cambio de nomenclatura, la esencia del TDA se mantiene, indicando que los niños con esta condición luchan principalmente con la capacidad de mantener la concentración, seguir instrucciones, organizar tareas y recordar detalles.

        Las características clave de la presentación predominantemente inatenta, incluyen.

        • Dificultad para prestar atención, también pueden cometer errores por descuido. Esto se manifiesta en tareas escolares, deberes o actividades cotidianas.
        • Problemas para mantener la atención en tareas o juegos. Se distraen fácilmente con estímulos irrelevantes.
        • Da la impresión de que no escuchan cuando se les habla directamente. Su mente divaga incluso en conversaciones uno a uno.
        • No seguir instrucciones y no terminar tareas o deberes. Comienzan actividades, pero no las concluyen.
        • Dificultad para organizar tareas y actividades. Sus pertenencias, trabajos y tiempos suelen ser un caos.
        • Evitar o mostrar aversión a tareas que requieren esfuerzo mental sostenido. Como la lectura prolongada o problemas de matemáticas complejos.
        • Extraviar objetos necesarios para tareas o actividades. Juguetes, lápices, libros, etc.
        • Fácilmente distraídos por estímulos externos. Cualquier sonido o movimiento los saca de su concentración.
        • Olvidadizos en las actividades diarias. Olvidan citas, fechas límite o lo que se les pidió hace poco.

        Es importante destacar que los niños con TDA (presentación inatenta) a menudo pasan desapercibidos porque su comportamiento no es disruptivo. Pueden ser vistos como soñadores o despistados, lo que retrasa el diagnóstico y el apoyo necesario.

        ¿Qué es el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad)?

        El TDAH es un trastorno, que se caracteriza por la persistente inatención y/o hiperactividad-impulsividad que afecta o influye de manera negativa, en el funcionamiento o el desarrollo de quien lo presenta. A diferencia de la presentación inatenta, el TDAH incorpora la dimensión de la hiperactividad e impulsividad, lo que lo hace más evidente en muchos casos debido a las manifestaciones conductuales.

        El DSM-5 reconoce tres presentaciones principales del TDAH:

        • Presentación predominantemente inatenta. Presenta las características descritas anteriormente, es decir, lo que antes se conocía como TDA.
        • Presentación predominantemente hiperactiva/impulsiva. Se caracteriza principalmente por.
          • Inquietud o nerviosismo. Mover las manos o los pies, retorcerse en el asiento.
          • Abandonar el asiento en situaciones en las que se espera que permanezca sentado. Por ejemplo, en el aula, en la mesa.
          • Correr o trepar excesivamente en situaciones inapropiadas. Especialmente en entornos donde no se permite.
          • Incapacidad para jugar o participar en actividades de ocio tranquilamente.
          • Hablar en exceso. Esto incluye el responder antes de que se haya terminado la pregunta (impulsividad verbal) y la dificultad para esperar su turno.
          • Interrumpir o inmiscuirse en los juegos o conversaciones de otros.
        • Presentación combinada. Es la más común y presenta síntomas tanto de inatención como de hiperactividad-impulsividad. Los niños con esta presentación exhiben un patrón equilibrado de dificultades en ambas áreas.

        ¿Cómo se diferencian el TDA y el TDAH?

        La principal diferencia radica en la presencia o ausencia predominante de la hiperactividad e impulsividad.

        TDA (TDAH, presentación inatenta). Se enfoca en las dificultades atencionales. Los niños pueden ser tranquilos, soñadores y olvidadizos, pero no necesariamente inquietos o disruptivos. Su lucha es interna, en la organización de sus pensamientos y acciones.

        TDAH (presentación hiperactiva/impulsiva o combinada). Incluye la inatención, pero se le suma un componente motor y de control de impulsos. Estos niños son a menudo inquietos, enérgicos, impacientes y pueden tener dificultades para controlar sus reacciones y comportamientos.

        Es crucial entender que ambos son parte del mismo espectro de trastornos por déficit de atención. La distinción es importante para el diagnóstico, ya que la presentación de síntomas influye en la evaluación y en las estrategias de intervención más adecuadas. Un niño con TDA (inatento) podría beneficiarse más de técnicas para mejorar la organización y la gestión del tiempo, mientras que un niño con TDAH hiperactivo podría necesitar estrategias para canalizar su energía y desarrollar el autocontrol.

        Recomendaciones para facilitar la convivencia con niños con TDA/TDAH

        La convivencia con un niño con TDA o TDAH puede ser un desafío para muchas familias y docentes, pero con comprensión, paciencia y estrategias adecuadas, se puede crear un ambiente que fomente su desarrollo y bienestar.

        Educación y comprensión

        • Infórmate. Aprende todo lo que puedas sobre el TDA/TDAH. Cuanto más comprendas la condición, mejor podrás responder a sus necesidades.
        • Acepta la condición. Entiende que no es falta de voluntad o mala educación, sino una diferencia neurológica.
        • Comunica a la familia y educadores. Asegúrate de que todos los adultos que interactúan con el niño comprendan la condición y trabajen juntos.

        Estructura y rutinas

        • Establece rutinas claras. Los niños con TDA/TDAH prosperan con la predictibilidad. Horarios fijos para levantarse, comer, hacer la tarea, jugar y dormir son esenciales.
        • Organiza el entorno. Un espacio ordenado y libre de distracciones, especialmente para tareas y estudios, es fundamental. Utiliza organizadores, etiquetas y cestas.
        • Divide las tareas grandes. Desglosa las tareas complejas en pasos más pequeños y manejables para evitar la sobrecarga.

        Comunicación clara y consistente

        • Instrucciones cortas y concisas. Evita oraciones largas y complejas. Habla directamente y haz contacto visual.
        • Repite y verifica la comprensión. Pídele al niño que repita lo que le has dicho para asegurarte de que lo ha entendido.
        • Utiliza ayudas visuales. Horarios visuales, listas de verificación y recordatorios pueden ser muy efectivos.
        • Sé positivo y refuerza el buen comportamiento. Elogia los esfuerzos y los logros, por pequeños que sean.

        Manejo de la hiperactividad e impulsividad (para TDAH)

        • Ofrece oportunidades para liberar energía. Actividades físicas, juegos al aire libre, deportes son cruciales.
        • Permite breaks Pequeños descansos para moverse durante tareas que requieren estar sentado.
        • Enseña estrategias de autocontrol. Técnicas como contar hasta diez, respiración profunda o el semáforo para pensar antes de actuar.
        • Ignora comportamientos menores de búsqueda de atención. Refuerza los comportamientos positivos.

        Apoyo emocional y social

        • Fomenta la autoestima. Los niños con TDA/TDAH a menudo experimentan frustración y fracaso, lo que puede afectar su autoestima. Resalta sus fortalezas y talentos.
        • Enséñale habilidades sociales. Ayúdales a entender las señales sociales, a esperar su turno y a resolver conflictos de manera apropiada.
        • Establece límites claros y consecuencias lógicas. Sé consistente y justo en la aplicación de las normas.
        • Busca grupos de apoyo. Conectarse con otras familias que enfrentan desafíos similares puede ser muy beneficioso.

        Colaboración con profesionales

        • Busca diagnóstico y tratamiento profesional. Un pediatra, neurólogo infantil o psiquiatra infantil puede confirmar el diagnóstico y recomendar un plan de tratamiento, que puede incluir terapia conductual, medicación (si es necesaria y bajo supervisión médica) o ambas.
        • Trabaja con la escuela. Desarrolla un Plan Educativo Individualizado (PEI) si es posible, con adaptaciones y apoyos específicos para el niño.

        El TDA y el TDAH, en sus diversas presentaciones, son condiciones que impactan la vida de los niños y sus familias. Comprender sus características distintivas, la diferencia entre la inatención predominante y la combinación con hiperactividad/impulsividad, es el primer paso para ofrecer un apoyo efectivo. Al implementar estrategias de estructuración, comunicación clara, manejo conductual y apoyo emocional, las familias, educadores y cuidadores pueden crear un ambiente que no solo facilite la convivencia, sino que también empodere a estos niños para desarrollar su máximo potencial. La paciencia, el amor y la persistencia son las claves para navegar este camino y ver florecer a estos niños únicos.

         

        Fuentes:

        • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5). American Psychiatric Publishing.
        • Barkley, R. A. (2015). Attention-Deficit Hyperactivity Disorder: A Handbook for Diagnosis and Treatment (4th ed.). Guilford Press.
        • DuPaul, G. J., & Stoner, G. (2003). ADHD in the Schools: Assessment and Intervention Strategies (2nd ed.). Guilford Press.
        • National Institute of Mental Health (NIMH). (2023). Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder (ADHD). Disponible en: https://www.nimh.nih.gov/health/topics/attention-deficit-hyperactivity-disorder-adhd.