5 Aspectos importantes para la salud de niños deportistas

El deporte en la infancia es una herramienta poderosa para el desarrollo integral de los niños. Sin embargo, para que los beneficios superen los riesgos, es crucial que los padres, entrenadores y cuidadores presten especial atención a las necesidades únicas de los jóvenes atletas. A menudo, el deseo de sobresalir o la intensidad de la actividad pueden llevar al agotamiento, las lesiones o incluso problemas nutricionales y de salud mental. Para disminuir estos riesgos, te invitamos a considerar estos 5 aspectos importantes para la salud de niños deportistas.

1. Nutrición

La nutrición adecuada es, sin duda, la base del rendimiento y la salud en los jóvenes deportistas. Los niños que participan en deportes tienen un gasto energético mayor que los niños sedentarios, lo que requiere un aumento estratégico en la ingesta calórica y la calidad de los nutrientes.

  • Carbohidratos complejos. Los carbohidratos son la fuente primaria de energía para el músculo. Es vital asegurar que la dieta incluya suficientes carbohidratos complejos, tales como: granos integrales, frutas, verduras, legumbres; para reponer el glucógeno muscular y hepático gastado. La Academia Americana de Pediatría (AAP) destaca la necesidad de una ingesta constante, especialmente entre 1 y 4 horas antes de la actividad intensa, y en el periodo entre 30-60 minutos posteriores, con el objetivo de optimizar la recuperación.
  • Proteínas. Las proteínas, conformadas por carnes magras, pescado, lácteos, huevos, legumbres; son esenciales para la reparación y el crecimiento muscular. Aunque los requerimientos son más altos que en adultos, una dieta bien balanceada generalmente cubre estas necesidades. No se recomiendan suplementos proteicos a menos que lo indique un médico o dietista pediátrico.
  • Micronutrientes clave. El hierro es un elemento fundamental para el transporte de oxígeno, por lo que los deportistas infantiles requieren una ingesta adecuada del mismo, así como de calcio y vitamina D, los cuales les ayudarán a proteger su salud ósea y la prevención de fracturas por estrés.

2. Hidratación

La hidratación es el factor más subestimado; sin embargo, es el elemento más crítico para la seguridad y el rendimiento. Los niños son fisiológicamente menos eficientes que los adultos en la disipación del calor, lo que los hace más susceptibles al golpe de calor y la deshidratación. Su tasa de sudoración es menor, y a menudo no perciben la sed hasta que ya están deshidratados.

  • La regla de oro. Los niños deben beber agua antes, durante y después del ejercicio, independientemente de si sienten sed.
  • Agua vs. bebidas deportivas. Para la mayoría de los entrenamientos que duran menos de una hora, el agua es la mejor opción. Las bebidas deportivas, que se caracterizan por contener electrolitos y carbohidratos, son recomendadas para actividades prolongadas o muy intensas, que tengan una duración entre 60 y 90 minutos. Es importante evitar las bebidas energéticas, que contienen estimulantes, porque no son adecuadas para niños.
  • Monitoreo del color de la orina. Este es un excelente indicador, muy simple, económico y eficaz. Se trata de verificar el color de la orina, que debe ser de un amarillo pálido claro.

3. Descanso y sueño

El crecimiento y la reparación no ocurren durante el ejercicio, de hecho, ocurren durante el momento del descanso. Periodos de sueño inadecuados son un precursor directo de la fatiga crónica, la disminución del rendimiento, el deterioro del sistema inmunológico y, fundamentalmente, un mayor riesgo de lesiones deportivas.

  • Horas de sueño necesarias. Los niños y adolescentes deportistas, debido a la alta demanda física, necesitan incluso más que las 8-10 horas recomendadas para los niños y adolescentes que no practican deportes. Y, el sueño debe ser de calidad.
  • La importancia del día libre. Es necesario que el niño tenga al menos uno o dos días libres a la semana sin actividad deportiva organizada para permitir que el cuerpo se recupere completamente. De esta manera, podrá ayudar a prevenir el síndrome de sobreentrenamiento, conocido como Síndrome de Burnout, cuyos síntomas son, una disminución inexplicable del rendimiento, fatiga persistente e irritabilidad.
  • Recuperación activa y pasiva. Fomentar la recuperación pasiva, a través de siestas cortas y sueño nocturno; y la recuperación activa, con la ayuda de estiramientos ligeros o caminatas suaves, en los días posteriores a la competencia intensa.

Importante. Los programas de entrenamiento deben ser supervisados para evitar la especialización temprana o excesiva. Participar en un solo deporte todo el año sin descanso aumenta el riesgo de lesiones por sobreuso, como tendinitis y fracturas por estrés. Y los expertos recomiendan la participación multideportiva hasta la adolescencia.

4. Salud mental y equilibrio

El bienestar emocional es tan importante como la aptitud física, y así alcanzar un equilibrio. La presión excesiva, ya sea autoimpuesta o externa, por ejemplo, por parte de los padres o entrenadores, puede convertir una actividad placentera en una fuente de estrés y ansiedad.

  • Enfoque en el esfuerzo, no solo en el resultado. Padres y entrenadores deben fomentar una mentalidad de crecimiento, alabando el esfuerzo, la disciplina y la mejora en lugar de únicamente la victoria o el talento natural. Esto reduce el miedo al fracaso.
  • Señales de alerta. Estar atento a signos de sobreentrenamiento o estrés, como la pérdida de disfrute del deporte, irritabilidad, ansiedad, cambios en los patrones de sueño o alimentación, o una disminución inexplicable del rendimiento escolar.
  • La identidad fuera del deporte. Es esencial que el niño cultive otras identidades y pasatiempos fuera del campo de juego. El deporte debe ser una parte de su vida, no la totalidad. El apoyo emocional debe ser incondicional, independientemente del éxito deportivo.

5. Prevención de lesiones

Las lesiones son la consecuencia más común de la actividad deportiva intensa. La mayoría de las lesiones pediátricas deportivas son lesiones por sobreuso, no traumáticas. Una prevención efectiva se basa en la preparación física adecuada y el uso de equipo de protección.

  • Calentamiento y enfriamiento. Todo entrenamiento o juego debe comenzar con un calentamiento dinámico, que esté conformado por ejercicios que imitan el movimiento del deporte; y terminar con un enfriamiento y estiramientos estáticos. Esto aumenta el flujo sanguíneo, mejora la elasticidad muscular y reduce el riesgo de lesiones.
  • Equipo de protección. Padres y entrenadores deben asegurarse de que el niño use el equipo de protección adecuado para el deporte que practiquen, y que esté en buen estado.
  • Evaluación médica pre-participación. El niño debe pasar un examen físico anual, realizado por un pediatra; así podrán identificar posibles condiciones preexistentes, como el asma, que podrían poner en riesgo al niño durante la actividad deportiva.
  • Progresión gradual del entrenamiento. La carga de entrenamiento debe aumentar de forma lenta y progresiva, evitando saltos bruscos en intensidad, duración o frecuencia.

La participación en el deporte es una inversión invaluable en la salud futura de un niño. Al priorizar la nutrición, la hidratación, el descanso, el bienestar emocional y la prevención de lesiones, los padres y entrenadores pueden crear un entorno de apoyo que fomente la excelencia atlética sin comprometer el crecimiento y la salud a largo plazo. Un niño sano es un atleta feliz, y un atleta feliz es el que tiene más probabilidades de perseverar y disfrutar de los beneficios del deporte de por vida.

 

Fuentes:

  • Academy of Nutrition and Dietetics, Dietitians of Canada, and American College of Sports Medicine (ACSM). (2016). Nutrition and Athletic Performance: Joint Position Statement. Medicine & Science in Sports & Exercise, 543-568.
  • American Academy of Pediatrics (AAP). (2018). Sports Specialization and Intensive Training in Young Athletes: American Academy of Pediatrics Policy Statement. Pediatrics, 142(3).
  • Centers for Disease Control and Prevention (CDC). (2020). Heads Up: Concussion in Youth Sports. Atlanta, GA: CDC.
  • Council on Sports Medicine and Fitness, AAP. (2011). Clinical Report – Sport-Related Concussion in Children and Adolescents. Pediatrics, 1178-1188.
  • Faigenbaum, A. D., & Myer, G. D. (2010). Resistance Training in Children and Adolescents: Benefits, Concerns, and Recommendations. Sports Medicine, 899-915.
  • National Athletic Trainers’ Association (NATA). (2015). Pre-Participation Physical Examination and Disqualifying Conditions. Journal of Athletic Training, 1007–1039.
  • Pediatric Exercise Science, Special Issue. (2017). Training Load Monitoring and Injury Prevention. Human Kinetics.

Estrategias efectivas para que los niños coman felices

La alimentación infantil es, a menudo, una fuente de preocupación y frustración para muchos padres. El rechazo a nuevos alimentos, las batallas en la mesa y la selectividad extrema son desafíos comunes que pueden comprometer la nutrición y el bienestar familiar. Sin embargo, lograr que los niños coman mejor no se trata de coerción, sino de implementar estrategias basadas en la psicología, la paciencia y el establecimiento de un entorno alimentario positivo y respetuoso.

La importancia de establecer hábitos alimentarios saludables tempranos

La forma en que un niño se relaciona con la comida en sus primeros años sienta las bases para su salud metabólica, su peso corporal y sus preferencias alimentarias de por vida. El objetivo principal de cómo lograr que los niños coman no debe ser simplemente que terminen el plato, sino que aprendan a autorregular su ingesta, a disfrutar de una amplia variedad de alimentos y adquirir buenos hábitos alimentarios.

  • Evitar la coerción. El uso de castigos o recompensas, por ejemplo, ofrecer postre a cambio de comer sus verduras, crea una asociación negativa o un valor inadecuado para ciertos alimentos, lo cual debe evitarse.
  • Ofrecer opciones saludables. El trabajo de los padres es proveer alimentos nutritivos; el trabajo del niño es decidir cuánto y si quiere comer de esa oferta.

Estrategias para lograr que los niños coman

Existen muchas estrategias que los padres pueden aplicar, para lograr que sus hijos coman todos sus alimentos, sin que esto termine siendo una verdadera guerra. Estas son algunas alternativas, que resultarán de gran utilidad.

I. Estrategias basadas en el entorno y el comportamiento

La forma en que se presenta la comida y el ambiente en la mesa son tan importantes como el alimento mismo. Por esta razón, transformar la hora de comer en un momento agradable es la primera y más crucial estrategia.

1. Crear un ambiente positivo y libre de presión.La mesa debe ser un lugar de conexión; es importante evitar que se convierta en un espacio de conflicto.

  • Evitar la coerción. Evitar forzar a un niño a comer. Si un niño se niega a comer, no pasa nada; es importante que aprenda a escuchar a su cuerpo y a reconocer las señales de saciedad. Forzarlo puede fomentar una relación poco saludable con la comida.
  • Despedirse de las distracciones. Las comidas deben ser un momento familiar y sin pantallas. El televisor, las Tablets o los juguetes, desconectan al niño de las sensaciones de hambre y saciedad, y le impiden ser consciente de las cualidades del alimento.
  • Establecer rutinas. Mantener horarios regulares y estructurados para comidas y refrigerios ayuda a los niños a regular su apetito y a saber cuándo esperar alimento.

2. Modelado y el ejemplo de la familia.Los niños son grandes imitadores. Si ven a sus padres y hermanos mayores comer y disfrutar de una variedad de alimentos saludables, es más probable que ellos también lo hagan.

  • Comer en familia. Compartir la mesa y servir la misma comida para todos los miembros de la familia establece un ejemplo poderoso. Los niños que comen habitualmente en familia consumen una dieta más nutritiva, incluyendo más frutas y verduras.
  • Ser el ejemplo de la variedad. Los padres deben mostrar que están dispuestos a probar alimentos nuevos y disfrutar de aquellos que les gustaría que sus hijos comieran.

II. Estrategias basadas en la exposición al alimento

El rechazo a probar alimentos nuevos, se conoce como neofobia alimentaria, y es común en la infancia. La solución a este problema es la exposición repetida y creativa.

1. La regla de la repetición.Recuerde que el rechazo inicial, no significa un rechazo para siempre.

  • Paciencia y persistencia. Puede requerir entre 10 y 20 intentos para que un niño se familiarice con un alimento nuevo y se anime a probarlo. La clave es ofrecer el alimento repetidamente, aunque no se lo coma.
  • Exposición sin presión. Simplemente, colocar el alimento nuevo en el plato, permitir que el niño lo toque, lo huela o lo explore, es un paso positivo. No se debe negociar, ni obligar a comer.

2. Involucrar a los niños en el proceso.La participación activa en la comida aumenta el interés y la disposición a probar.

  • De la tierra a la mesa. Llevar a los niños al supermercado o al mercado local y dejar que elijan las frutas y verduras. En casa, asignarles tareas de preparación adecuadas a su edad, como lavar verduras o remover ingredientes. Se sentirán orgullosos de su creación, y querrán probarla.
  • Ofrecer opciones limitadas. En lugar de forzar un vegetal específico, se puede ofrecer al niño la opción de elegir entre dos o tres vegetales saludables. Esto le otorga autonomía dentro de los límites saludables establecidos por los padres.

3. Presentación creativa.El atractivo visual puede ser un poderoso aliado.

  • Colores y texturas. Ofrecer colores vivos, como el rojo del tomate, verde del brócoli, naranja de la zanahoria; y texturas variadas. Se puede servir la comida en formas creativas o usar aderezos saludables como queso, para hacer la experiencia más divertida y deliciosa.
  • Porciones adecuadas. Servir porciones pequeñas es menos abrumador para los niños. Si el niño rechaza un alimento nuevo, una porción diminuta es suficiente para empezar; las porciones grandes pueden desalentar la prueba.
  • Desestructurar los platos. Los niños a menudo prefieren que los alimentos estén separados. Un plato con porciones individuales de pollo, arroz y zanahoria puede ser mejor aceptado que un plato con guiso donde todo está mezclado.

4. Ocultar alimentos, ¿Sí o no?.La estrategia de esconder alimentos, por ejemplo, poner verduras ralladas en salsas, aún es debatida por los especialistas en el tema; sin embargo, es una alternativa, con algunas sugerencias.

  • Uso moderado. Puede ser útil para asegurar una ingesta mínima de nutrientes en casos de extrema selectividad. Sin embargo, no enseña al niño a disfrutar y aceptar el sabor y la textura real del alimento.
  • Estrategia transicional. Es mejor usar esta técnica de forma temporal y, al mismo tiempo, seguir ofreciendo el alimento escondido, en su forma original, para que se familiaricen con él gradualmente.

III. Directrices de la OMS y UNICEF

Las estrategias respaldadas por organismos internacionales reconocidos, como la OMS y UNICEF, se centran en la calidad y la formación de hábitos a largo plazo.

  • Calidad nutricional: Estos organismos enfatizan la importancia de ofrecer alimentos saludables, que incluyan alimentos de todos los grupos, como granos, tubérculos, carnes, frutas y verduras; y nunca sustituir comidas principales por papillas, galletas, jugos azucarados o dulces.
  • Evitar azúcares, sal y grasas añadidas. Es muy importante no dar a probar a los niños alimentos con alto contenido de azúcar, sal o grasa en la primera infancia, ya que esto interfiere con la formación de preferencias por los alimentos que tienen alto valor nutritivo.
  • Fomento de la autonomía. Los niños deben comer por sí solos, utilizando sus propios cubiertos, y se debe evitar meterles cucharadas en la boca. Dejar que decidan la cantidad de comida en su plato favorece su autonomía y les enseña a escuchar su cuerpo.

Lograr que los niños coman mejor, requiere de paciencia, consistencia y un ambiente de mesa agradable. Los padres son los responsables de ofrecer una variedad de alimentos saludables y nutritivos en un ambiente de calma, mientras que el niño es responsable de cuánto y qué elige comer. Al implementar estrategias de exposición repetida, participación activa y un enfoque libre de presión, se transforma el momento de la comida en una experiencia positiva, asegurando el bienestar físico y emocional del niño.

Fuentes:

La salud materna: Clave para el bienestar infantil

La salud materna no es un tema que incumba exclusivamente a la mujer embarazada; de hecho, se ha convertido en la piedra angular del bienestar infantil y un indicador crucial del desarrollo social y sanitario de cada familia. En un enfoque integral, se debe situar a la madre no solo como la portadora de una nueva vida, sino como un ser con necesidades físicas, mentales y sociales que, si son atendidas adecuadamente, garantizan el mejor apoyo de vida y evolución posible para el niño.

La importancia de la salud de las madres en el cuidado de los niños

El estado de salud de la madre tiene un impacto directo y profundo en la vida de sus hijos, incluso, mucho antes del nacimiento. La atención prenatal adecuada es uno de los factores más relevantes en la vida y desarrollo del niño. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la implementación efectiva del cuidado prenatal reduce significativamente los riesgos de mortalidad materna e infantil.

  • Salud física y nutricional. Una madre con buena salud física y una nutrición óptima durante el embarazo asegura un desarrollo fetal saludable. Estas condiciones reducen riesgos como el bajo peso al nacer o las deficiencias nutricionales que pueden afectar el desarrollo cognitivo y físico del niño.
  • Lactancia materna. La salud materna también es vital para el éxito de la lactancia materna exclusiva, que es el alimento ideal para el bebé. Sus beneficios son inmensos para el niño, incluyendo la prevención de sobrepeso, diabetes tipo 2, y la reducción del riesgo de síndrome de muerte súbita infantil.
  • Vínculo afectivo y mental. Más allá de lo físico, la salud mental materna es crítica. Una madre que sufre de depresión posparto o ansiedad puede tener dificultades para establecer un vínculo afectivo seguro y para responder de manera consistente a las necesidades de su hijo. Esto puede, a su vez, afectar el desarrollo cognitivo y emocional del niño, e incluso, el desarrollo del lenguaje y la autoestima.

Por lo tanto, el bienestar de la madre no solo protege su vida, sino que nutre el desarrollo integral del niño.

Las madres también importan

El foco de la atención materno-infantil se ha puesto, por razones obvias, en la supervivencia y el desarrollo del niño. Sin embargo, la premisa de que las madres también importan, es fundamental para sostener un cuidado infantil de calidad.

Una madre exhausta, estresada o con problemas de salud física o mental no puede ofrecer la misma calidad de cuidado que una madre que se siente apoyada y saludable.

El concepto de salud materna debe ser replanteado para ser más inclusivo, dándole mayor prioridad a la salud mental de las mujeres, un componente que a menudo es olvidado. La etapa posterior al parto, por ejemplo, es un periodo crítico, donde la madre necesita cuidados específicos, incluyendo descanso adecuado, nutrición y seguimiento médico para evitar complicaciones y garantizar su recuperación física y emocional.

Las madres no deben posponer su bienestar

El mensaje más importante para toda madre es muy claro: no pospongan su bienestar. El bienestar no es un lujo, sino un componente operativo de la maternidad eficaz. Muchas madres tienen la tendencia a aguantar, o a pensar que la atención propia puede esperar hasta que los niños sean mayores, sin saber que este es un camino peligroso hacia el agotamiento.

El bienestar materno implica:

  • Atención médica regular. No cancelar, ni posponer las citas médicas propias, como la consulta ginecológica o la visita al odontólogo, porque la agenda está apretada.
  • Sueño y descanso. Priorizar el descanso, aunque sea en bloques cortos. La privación crónica del sueño es un factor de estrés biológico y mental.
  • Nutrición adecuada. Evitar saltarse comidas o recurrir constantemente a alimentos rápidos y poco nutritivos, que comprometen la energía y la salud a largo plazo.
  • Tiempo personal. Programar intencionalmente tiempo para el ocio, las aficiones o simplemente la soledad y el silencio, que son fundamentales para la recarga mental.
  • Límites. Aprender a decir no a peticiones que añadan estrés innecesario y delegar tareas sin sentir culpa.

El autocuidado no es un acto egoísta; es un acto de generosidad a largo plazo hacia la familia. Una madre que prioriza su bienestar enseña a sus hijos el valor de cuidarse a sí mismos, un modelo invaluable que va más allá de cualquier lección verbal. Al cuidarse a sí misma, la madre asegura que la fuente de amor y cuidado que proporciona a su hijo no se seque.

La salud materna es, sin lugar a dudas, el fundamento del bienestar infantil. La ecuación es simple y poderosa: Madre sana = Niño sano. Para asegurar el desarrollo óptimo de los niños, debemos cambiar la narrativa social del autosacrificio materno a la de la responsabilidad compartida y el cuidado recíproco. Las madres merecen ser cuidadas para que puedan seguir cuidando.

 

Fuentes:

      La importancia del control de niño sano en la infancia

      El control de niño sano es un pilar fundamental de la atención pediátrica preventiva, muy diferente a la atención de enfermedades. Es decir, no se trata solo de acudir al médico cuando el niño está enfermo, sino de un conjunto de evaluaciones periódicas, que han sido diseñadas para garantizar el óptimo crecimiento, desarrollo físico, mental y social del menor, desde el nacimiento hasta la adolescencia. Es, en esencia, una inversión temprana en la salud y el futuro de cada individuo.

      ¿Qué revisa el pediatra en el control de niño sano?

      El control de niño sano, también conocido como supervisión de la salud infantil, es un programa de visitas médicas regulares y programadas que se realizan incluso cuando el niño o niña parece estar completamente sano. La frecuencia de estas visitas es mayor en la primera infancia debido a la rapidez del desarrollo en esta etapa, muchos especialistas programan estas visitas cada mes, durante los primeros 6 meses de vida del bebé; cada dos o tres meses hasta los dos años de edad, y luego, una o dos veces al año hasta la adolescencia.

      Durante estas consultas, el médico tratante, que puede ser un pediatra o médico familiar, realiza una revisión exhaustiva que abarca diversos aspectos.

      Evaluación del crecimiento

      Se toman y registran medidas clave del cuerpo del bebé, para monitorizar si el niño está creciendo adecuadamente.

      • Peso. Para detectar bajo peso o, por el contrario, sobrepeso u obesidad.
      • Talla/Longitud. Para evaluar el crecimiento lineal.
      • Perímetro cefálico (PC). Mide el crecimiento de la cabeza, crucial para evaluar el desarrollo cerebral, especialmente en los primeros dos años de vida.

      Estos datos se comparan con las tablas o curvas de crecimiento estandarizadas, como las de la OMS, para asegurar que el niño se mantenga en la evolución de crecimiento esperado.

      Evaluación del desarrollo psicomotor

      Se evalúan los hitos del desarrollo en varias áreas para detectar tempranamente posibles retrasos o desviaciones.

      • Motor grueso. Habilidades como sostener la cabeza, rodar, sentarse, gatear, caminar y correr.
      • Motor fino. Habilidades manuales como agarrar objetos, manipular juguetes y dibujar.
      • Lenguaje. Evolución de balbuceos, primeras palabras, frases y comprensión.
      • Socio-emocional. Interacción con los padres y el entorno, juego, autonomía y comportamiento.
      • Cognitivo. Aprendizaje y resolución de problemas.

      El médico utiliza herramientas de cribado estandarizadas, como el Test de Denver, y la observación directa para esta evaluación.

      Examen físico completo

      El examen físico es detallado y sistemático, que incluye los siguientes aspectos:

      • Auscultación. Escuchar el corazón y los pulmones.
      • Abdomen. Palpación para detectar anomalías.
      • Genitales e inguinal. Revisión para detectar hernias o problemas testiculares, esta parte del examen es específica en varones.
      • Ojos y oídos. Evaluación de la visión y la audición, que a menudo incluye pruebas específicas, como cribado visual y auditivo, a ciertas edades.
      • Boca y dientes. Revisión de la salud bucal, aparición de dientes y consejos de higiene.
      • Piel y extremidades. Evaluación de la postura y el movimiento.
      • Reflejos. En recién nacidos y lactantes, se evalúan los reflejos primitivos.

      Aplicación de vacunas

      Un componente central es la revisión y aplicación de las inmunizaciones, según el esquema de vacunación oficial del país, protegiendo al niño contra enfermedades graves y prevenibles.

      Consejería y guía anticipatoria

      Este es un aspecto crucial y preventivo. El médico brinda a los padres información, orientación y apoyo sobre temas relevantes para la edad del niño y su evolución.

      • Nutrición. Lactancia materna, introducción de alimentos sólidos, hábitos alimentarios saludables.
      • Sueño. Patrones y rutinas de sueño para un óptimo descanso.
      • Seguridad y prevención de accidentes. Consejos adaptados a la edad para tratar riesgos de asfixia, caídas, accidentes automovilísticos, entre otros.
      • Crianza y comportamiento. Manejo de rabietas, entrenamiento de control de esfínteres, pautas de disciplina positiva.
      • Salud mental y emocional. Evaluación del vínculo familiar y detección de dificultades parentales.

      ¿Por qué es importante que el niño acuda a este control?

      La importancia del control de niño sano reside en su enfoque proactivo y preventivo. Un niño puede parecer sano a simple vista, pero solo una evaluación médica periódica puede garantizar su bienestar integral.

      • Detección temprana de problemas. Muchos problemas de salud, como retrasos en el desarrollo, problemas de visión o audición, o desviaciones en el crecimiento, son sutiles y pueden no ser evidentes para los padres. La detección temprana permite una intervención rápida y oportuna, lo que mejora drásticamente el pronóstico a largo plazo.
      • Prevención de enfermedades. Las vacunas son la herramienta de prevención más efectiva que se administra en estas consultas, protegiendo al niño y a la comunidad de brotes de enfermedades contagiosas.
      • Seguimiento de la curva de crecimiento. Permite identificar a tiempo trastornos nutricionales como la desnutrición o la obesidad infantil, problemas que tienen graves consecuencias a largo plazo para la salud cardiovascular, metabólica y ósea.
      • Establecimiento de un vínculo de confianza. Las visitas regulares construyen una relación de confianza entre el pediatra, el niño y la familia, facilitando una comunicación abierta sobre temas sensibles y creando un equipo para el cuidado de la salud.

      Beneficios del control de niño sano

      Los beneficios de mantener un calendario riguroso de control de niño sano son incalculables y se extienden más allá de la infancia, impactando la vida adulta.

      • Salud física óptima. Al monitorizar el crecimiento y aplicar las vacunas, se minimiza el riesgo de enfermedades graves y se asegura que el cuerpo se desarrolle de manera adecuada.
      • Desarrollo cognitivo y social pleno. La detección temprana de problemas de desarrollo y la guía anticipatoria a los padres sobre estimulación y crianza favorecen un entorno óptimo para que el niño alcance todo su potencial cognitivo y social.
      • Hábitos de vida saludables. En estas consultas, los padres encuentran el apoyo ideal para educar a la familia sobre nutrición, higiene, actividad física y seguridad, sembrando las bases para un estilo de vida saludable que perdurará.
      • Reducción de la morbilidad y mortalidad. La atención preventiva y la inmunización son dos de las estrategias de salud pública más eficaces, contribuyendo a la disminución de la morbilidad y la mortalidad infantil.
      • Empoderamiento de los padres. El control de niño sano proporciona a los padres la información, las herramientas y la tranquilidad necesarias para abordar los desafíos de la crianza en cada etapa, respondiendo a sus dudas y preocupaciones.

      El Control de Niño Sano es la columna vertebral de la pediatría. No solo interviene en la enfermedad, sino que promueve activamente la salud, asegurando que cada niño tenga la mejor oportunidad posible de prosperar y convertirse en un adulto sano y productivo. Asistir a estas citas no es opcional, sino un compromiso esencial con la salud futura de los hijos.

       

      Fuentes:

          ¿Qué significan los berrinches en los niños y cómo actuar?

          Los berrinches, también conocidos como pataletas, son una parte normal del desarrollo infantil. Ver a un niño gritando, llorando, tirándose al suelo o pateando en público, es quizás una de las experiencias más desafiantes y vergonzosas para un padre. Sin embargo, en lugar de ser un signo de mala crianza, en realidad, una manifestación de emociones abrumadoras que los niños pequeños aún no saben cómo procesar ni expresar de manera constructiva. No te preocupes, hoy conocerás qué son los berrinches, por qué ocurren y cómo manejarlos de manera efectiva y con empatía.

          ¿Qué son los berrinches en los niños?

          Un berrinche es una explosión emocional que se caracteriza por comportamientos incómodos, como llorar, gritar, patear, golpear, aguantar la respiración, o tirarse al suelo. Son más comunes en niños con edades que oscilan entre 18 meses y los 4 años de edad. Para muchos, este es un período conocido como los terribles dos o terribles tres. La razón de que esta conducta pueda aparecer en esta etapa es multifacética y está directamente relacionada con el desarrollo cognitivo y emocional del niño.

          En esencia, un berrinche es una señal de que el niño no puede manejar la frustración. Durante esta etapa, los niños están desarrollando un sentido de independencia, pero no han desarrollado las habilidades de comunicación y la capacidad de autorregulación emocional que se requieren para expresar sus deseos o frustraciones de manera adecuada.

          Los berrinches no siempre son una reacción a un no. Estos pueden ser provocados por una variedad de factores, como el hambre, el cansancio, la sobreestimulación o la necesidad de atención. También son una forma en la que los niños prueban los límites y aprenden sobre causa y efecto: Si me tiro al suelo y lloro, ¿conseguiré lo que quiero? Es muy importante comprender que, los berrinches no son una manipulación intencional por parte del niño, sino una respuesta genuina a una situación que les resulta difícil de manejar.

          Causas comunes de los berrinches

          La base para el manejo efectivo de los berrinches, es comprender qué los desencadena. Y, entre las causas más comunes, se pueden incluir las siguientes.

          • Frustración. Esta es, sin duda, la principal causa. Los niños se frustran cuando no pueden hacer algo por sí mismos o cuando no consiguen lo que quieren.
          • Necesidades básicas insatisfechas. Un niño cansado, con hambre o aburrido, es un niño que está más propenso a los berrinches. El agotamiento y el hambre disminuyen la capacidad de una persona, y más en un niño, para el manejo de sus emociones.
          • Búsqueda de atención. En muchos casos, los niños tienen un berrinche simplemente para obtener la atención de sus padres, incluso si esta atención es negativa, solo quieren ser tomados en cuenta.
          • Límites y reglas. Los berrinches también ocurren cuando se le dice a un niño que no puede hacer algo o que debe seguir una regla. Es su forma de protestar contra los límites indicados.

          ¿Cómo se deben manejar los berrinches en los niños?

          El manejo de los berrinches requiere una combinación de paciencia, límites claros y empatía. Lo importante no es ganar al niño ante un berrinche, sino ser su guía a través de su emoción y enseñarle cómo autorregular sus emociones para el futuro. A continuación, algunas estrategias efectivas.

          • Mantener la calma y la perspectiva.Lo primero y más importante es que el adulto mantenga la calma. Un padre enojado, que grita, solo puede lograr agravar el momento y que sea una situación más intensa. Al mantener la calma, el adulto le está enseñando al niño, con el ejemplo, cómo manejar las emociones difíciles. Respire hondo y recuerde siempre, que esto es normal y pasará.
          • No ceder. Si el berrinche es por algo que el niño quiere, como un dulce antes de la cena, usted debe mantenerse firme. Ceder solo le enseña al niño que el berrinche es una herramienta efectiva para conseguir lo que quiere. Vale mencionar, que esto no significa que debe ser inflexible, pero sí puede definir límites razonables.
          • Validar las emociones del niño. Aunque no pueda ceder, sí es válido reconocer los sentimientos del niño. Frases como Sé que estás muy enojado porque no podemos comprar ese juguete, ayudan al niño a sentirse comprendido. Esto significa que reconoce la frustración del pequeño, aunque no esté de acuerdo con el berrinche.
          • Ofrecer un lugar seguro para el berrinche. Si el berrinche ocurre en un lugar público, haga lo posible por llevar al niño a un lugar más privado y tranquilo, puede ser el coche o un pasillo. Esto es un tiempo fuera de la situación, y el niño tendrá la oportunidad de calmarse sin la presión de otras personas mirando. Y, si está en casa, puede ser un rincón de la habitación.
          • Redirigir y distraer. Cuando se encuentra en la fase inicial de un berrinche, a veces la distracción funciona. Por ejemplo, mira ese pájaro tan bonito, si el niño es amante a los animales, es probable que pueda ayudarle a salir del berrinche. Esta técnica es más efectiva en niños pequeños. Pero, a medida que crecen, es ideal enseñarle a nombrar y reconocer sus sentimientos.
          • Aprender a prevenir los berrinches.La mejor estrategia es la prevención. Para lograr esta habilidad, observe los patrones de berrinches de su hijo, es decir, cuándo ocurren, si es cuando tiene hambre o sueño. También es importante que, si va a experimentar una transición difícil, como salir del parque, dígalo al niño con anticipación, para que este cambio no lo sorprenda.

          ¿Cuándo buscar ayuda profesional?

          De acuerdo con los profesionales, la mayoría de los berrinches son normales y, eventualmente, irán disminuyendo su frecuencia con el crecimiento y desarrollo del niño, cuando aprende habilidades de comunicación y autorregulación. Sin embargo, en raras ocasiones, los berrinches pueden ser un signo de otra condición oculta. Por lo tanto, se recomienda consultar a un pediatra ante alguno de estos casos.

          • Los berrinches, en lugar de disminuir, se vuelven más frecuentes, intensos o duran más de 15 minutos.
          • El niño se lastima o lastima a otros durante estos eventos.
          • El niño tiene convulsiones, dejar de respirar por mucho tiempo o, puede llegar a presentar desmayos.
          • El niño tiene 4 años o más, y los berrinches no tienden a disminuir.
          • Los berrinches son tan intensos que están afectando la vida familiar o social del niño, de manera negativa.

          Los berrinches, aunque puede ser situaciones incómodas, no son el fin del mundo. Es parte del crecimiento del niño, y así aprende a manejar emociones difíciles y para que los padres puedan fortalecer su vínculo con ellos a través de la paciencia y la empatía. Al aceptar que un berrinche no es una manipulación, sino una expresión de frustración y falta de control, los padres tienen la oportunidad de responder con calma, establecer límites claros y guiar a sus hijos en esta etapa de su desarrollo. La clave es la consistencia y el amor, recordando que está criando a un ser humano con un cerebro en desarrollo.

           

          Fuentes:

          • Green, C. & O’Connell, J. (2014). Berrinches y límites: Un enfoque práctico para los padres. Ediciones Paidós.
          • Shapiro, L. E. (2013). El poder de la inteligencia emocional de los niños. Grupo Editorial Norma.