5 Aspectos importantes para la salud de niños deportistas

El deporte en la infancia es una herramienta poderosa para el desarrollo integral de los niños. Sin embargo, para que los beneficios superen los riesgos, es crucial que los padres, entrenadores y cuidadores presten especial atención a las necesidades únicas de los jóvenes atletas. A menudo, el deseo de sobresalir o la intensidad de la actividad pueden llevar al agotamiento, las lesiones o incluso problemas nutricionales y de salud mental. Para disminuir estos riesgos, te invitamos a considerar estos 5 aspectos importantes para la salud de niños deportistas.

1. Nutrición

La nutrición adecuada es, sin duda, la base del rendimiento y la salud en los jóvenes deportistas. Los niños que participan en deportes tienen un gasto energético mayor que los niños sedentarios, lo que requiere un aumento estratégico en la ingesta calórica y la calidad de los nutrientes.

  • Carbohidratos complejos. Los carbohidratos son la fuente primaria de energía para el músculo. Es vital asegurar que la dieta incluya suficientes carbohidratos complejos, tales como: granos integrales, frutas, verduras, legumbres; para reponer el glucógeno muscular y hepático gastado. La Academia Americana de Pediatría (AAP) destaca la necesidad de una ingesta constante, especialmente entre 1 y 4 horas antes de la actividad intensa, y en el periodo entre 30-60 minutos posteriores, con el objetivo de optimizar la recuperación.
  • Proteínas. Las proteínas, conformadas por carnes magras, pescado, lácteos, huevos, legumbres; son esenciales para la reparación y el crecimiento muscular. Aunque los requerimientos son más altos que en adultos, una dieta bien balanceada generalmente cubre estas necesidades. No se recomiendan suplementos proteicos a menos que lo indique un médico o dietista pediátrico.
  • Micronutrientes clave. El hierro es un elemento fundamental para el transporte de oxígeno, por lo que los deportistas infantiles requieren una ingesta adecuada del mismo, así como de calcio y vitamina D, los cuales les ayudarán a proteger su salud ósea y la prevención de fracturas por estrés.

2. Hidratación

La hidratación es el factor más subestimado; sin embargo, es el elemento más crítico para la seguridad y el rendimiento. Los niños son fisiológicamente menos eficientes que los adultos en la disipación del calor, lo que los hace más susceptibles al golpe de calor y la deshidratación. Su tasa de sudoración es menor, y a menudo no perciben la sed hasta que ya están deshidratados.

  • La regla de oro. Los niños deben beber agua antes, durante y después del ejercicio, independientemente de si sienten sed.
  • Agua vs. bebidas deportivas. Para la mayoría de los entrenamientos que duran menos de una hora, el agua es la mejor opción. Las bebidas deportivas, que se caracterizan por contener electrolitos y carbohidratos, son recomendadas para actividades prolongadas o muy intensas, que tengan una duración entre 60 y 90 minutos. Es importante evitar las bebidas energéticas, que contienen estimulantes, porque no son adecuadas para niños.
  • Monitoreo del color de la orina. Este es un excelente indicador, muy simple, económico y eficaz. Se trata de verificar el color de la orina, que debe ser de un amarillo pálido claro.

3. Descanso y sueño

El crecimiento y la reparación no ocurren durante el ejercicio, de hecho, ocurren durante el momento del descanso. Periodos de sueño inadecuados son un precursor directo de la fatiga crónica, la disminución del rendimiento, el deterioro del sistema inmunológico y, fundamentalmente, un mayor riesgo de lesiones deportivas.

  • Horas de sueño necesarias. Los niños y adolescentes deportistas, debido a la alta demanda física, necesitan incluso más que las 8-10 horas recomendadas para los niños y adolescentes que no practican deportes. Y, el sueño debe ser de calidad.
  • La importancia del día libre. Es necesario que el niño tenga al menos uno o dos días libres a la semana sin actividad deportiva organizada para permitir que el cuerpo se recupere completamente. De esta manera, podrá ayudar a prevenir el síndrome de sobreentrenamiento, conocido como Síndrome de Burnout, cuyos síntomas son, una disminución inexplicable del rendimiento, fatiga persistente e irritabilidad.
  • Recuperación activa y pasiva. Fomentar la recuperación pasiva, a través de siestas cortas y sueño nocturno; y la recuperación activa, con la ayuda de estiramientos ligeros o caminatas suaves, en los días posteriores a la competencia intensa.

Importante. Los programas de entrenamiento deben ser supervisados para evitar la especialización temprana o excesiva. Participar en un solo deporte todo el año sin descanso aumenta el riesgo de lesiones por sobreuso, como tendinitis y fracturas por estrés. Y los expertos recomiendan la participación multideportiva hasta la adolescencia.

4. Salud mental y equilibrio

El bienestar emocional es tan importante como la aptitud física, y así alcanzar un equilibrio. La presión excesiva, ya sea autoimpuesta o externa, por ejemplo, por parte de los padres o entrenadores, puede convertir una actividad placentera en una fuente de estrés y ansiedad.

  • Enfoque en el esfuerzo, no solo en el resultado. Padres y entrenadores deben fomentar una mentalidad de crecimiento, alabando el esfuerzo, la disciplina y la mejora en lugar de únicamente la victoria o el talento natural. Esto reduce el miedo al fracaso.
  • Señales de alerta. Estar atento a signos de sobreentrenamiento o estrés, como la pérdida de disfrute del deporte, irritabilidad, ansiedad, cambios en los patrones de sueño o alimentación, o una disminución inexplicable del rendimiento escolar.
  • La identidad fuera del deporte. Es esencial que el niño cultive otras identidades y pasatiempos fuera del campo de juego. El deporte debe ser una parte de su vida, no la totalidad. El apoyo emocional debe ser incondicional, independientemente del éxito deportivo.

5. Prevención de lesiones

Las lesiones son la consecuencia más común de la actividad deportiva intensa. La mayoría de las lesiones pediátricas deportivas son lesiones por sobreuso, no traumáticas. Una prevención efectiva se basa en la preparación física adecuada y el uso de equipo de protección.

  • Calentamiento y enfriamiento. Todo entrenamiento o juego debe comenzar con un calentamiento dinámico, que esté conformado por ejercicios que imitan el movimiento del deporte; y terminar con un enfriamiento y estiramientos estáticos. Esto aumenta el flujo sanguíneo, mejora la elasticidad muscular y reduce el riesgo de lesiones.
  • Equipo de protección. Padres y entrenadores deben asegurarse de que el niño use el equipo de protección adecuado para el deporte que practiquen, y que esté en buen estado.
  • Evaluación médica pre-participación. El niño debe pasar un examen físico anual, realizado por un pediatra; así podrán identificar posibles condiciones preexistentes, como el asma, que podrían poner en riesgo al niño durante la actividad deportiva.
  • Progresión gradual del entrenamiento. La carga de entrenamiento debe aumentar de forma lenta y progresiva, evitando saltos bruscos en intensidad, duración o frecuencia.

La participación en el deporte es una inversión invaluable en la salud futura de un niño. Al priorizar la nutrición, la hidratación, el descanso, el bienestar emocional y la prevención de lesiones, los padres y entrenadores pueden crear un entorno de apoyo que fomente la excelencia atlética sin comprometer el crecimiento y la salud a largo plazo. Un niño sano es un atleta feliz, y un atleta feliz es el que tiene más probabilidades de perseverar y disfrutar de los beneficios del deporte de por vida.

 

Fuentes:

  • Academy of Nutrition and Dietetics, Dietitians of Canada, and American College of Sports Medicine (ACSM). (2016). Nutrition and Athletic Performance: Joint Position Statement. Medicine & Science in Sports & Exercise, 543-568.
  • American Academy of Pediatrics (AAP). (2018). Sports Specialization and Intensive Training in Young Athletes: American Academy of Pediatrics Policy Statement. Pediatrics, 142(3).
  • Centers for Disease Control and Prevention (CDC). (2020). Heads Up: Concussion in Youth Sports. Atlanta, GA: CDC.
  • Council on Sports Medicine and Fitness, AAP. (2011). Clinical Report – Sport-Related Concussion in Children and Adolescents. Pediatrics, 1178-1188.
  • Faigenbaum, A. D., & Myer, G. D. (2010). Resistance Training in Children and Adolescents: Benefits, Concerns, and Recommendations. Sports Medicine, 899-915.
  • National Athletic Trainers’ Association (NATA). (2015). Pre-Participation Physical Examination and Disqualifying Conditions. Journal of Athletic Training, 1007–1039.
  • Pediatric Exercise Science, Special Issue. (2017). Training Load Monitoring and Injury Prevention. Human Kinetics.

¿Qué significan los berrinches en los niños y cómo actuar?

Los berrinches, también conocidos como pataletas, son una parte normal del desarrollo infantil. Ver a un niño gritando, llorando, tirándose al suelo o pateando en público, es quizás una de las experiencias más desafiantes y vergonzosas para un padre. Sin embargo, en lugar de ser un signo de mala crianza, en realidad, una manifestación de emociones abrumadoras que los niños pequeños aún no saben cómo procesar ni expresar de manera constructiva. No te preocupes, hoy conocerás qué son los berrinches, por qué ocurren y cómo manejarlos de manera efectiva y con empatía.

¿Qué son los berrinches en los niños?

Un berrinche es una explosión emocional que se caracteriza por comportamientos incómodos, como llorar, gritar, patear, golpear, aguantar la respiración, o tirarse al suelo. Son más comunes en niños con edades que oscilan entre 18 meses y los 4 años de edad. Para muchos, este es un período conocido como los terribles dos o terribles tres. La razón de que esta conducta pueda aparecer en esta etapa es multifacética y está directamente relacionada con el desarrollo cognitivo y emocional del niño.

En esencia, un berrinche es una señal de que el niño no puede manejar la frustración. Durante esta etapa, los niños están desarrollando un sentido de independencia, pero no han desarrollado las habilidades de comunicación y la capacidad de autorregulación emocional que se requieren para expresar sus deseos o frustraciones de manera adecuada.

Los berrinches no siempre son una reacción a un no. Estos pueden ser provocados por una variedad de factores, como el hambre, el cansancio, la sobreestimulación o la necesidad de atención. También son una forma en la que los niños prueban los límites y aprenden sobre causa y efecto: Si me tiro al suelo y lloro, ¿conseguiré lo que quiero? Es muy importante comprender que, los berrinches no son una manipulación intencional por parte del niño, sino una respuesta genuina a una situación que les resulta difícil de manejar.

Causas comunes de los berrinches

La base para el manejo efectivo de los berrinches, es comprender qué los desencadena. Y, entre las causas más comunes, se pueden incluir las siguientes.

  • Frustración. Esta es, sin duda, la principal causa. Los niños se frustran cuando no pueden hacer algo por sí mismos o cuando no consiguen lo que quieren.
  • Necesidades básicas insatisfechas. Un niño cansado, con hambre o aburrido, es un niño que está más propenso a los berrinches. El agotamiento y el hambre disminuyen la capacidad de una persona, y más en un niño, para el manejo de sus emociones.
  • Búsqueda de atención. En muchos casos, los niños tienen un berrinche simplemente para obtener la atención de sus padres, incluso si esta atención es negativa, solo quieren ser tomados en cuenta.
  • Límites y reglas. Los berrinches también ocurren cuando se le dice a un niño que no puede hacer algo o que debe seguir una regla. Es su forma de protestar contra los límites indicados.

¿Cómo se deben manejar los berrinches en los niños?

El manejo de los berrinches requiere una combinación de paciencia, límites claros y empatía. Lo importante no es ganar al niño ante un berrinche, sino ser su guía a través de su emoción y enseñarle cómo autorregular sus emociones para el futuro. A continuación, algunas estrategias efectivas.

  • Mantener la calma y la perspectiva.Lo primero y más importante es que el adulto mantenga la calma. Un padre enojado, que grita, solo puede lograr agravar el momento y que sea una situación más intensa. Al mantener la calma, el adulto le está enseñando al niño, con el ejemplo, cómo manejar las emociones difíciles. Respire hondo y recuerde siempre, que esto es normal y pasará.
  • No ceder. Si el berrinche es por algo que el niño quiere, como un dulce antes de la cena, usted debe mantenerse firme. Ceder solo le enseña al niño que el berrinche es una herramienta efectiva para conseguir lo que quiere. Vale mencionar, que esto no significa que debe ser inflexible, pero sí puede definir límites razonables.
  • Validar las emociones del niño. Aunque no pueda ceder, sí es válido reconocer los sentimientos del niño. Frases como Sé que estás muy enojado porque no podemos comprar ese juguete, ayudan al niño a sentirse comprendido. Esto significa que reconoce la frustración del pequeño, aunque no esté de acuerdo con el berrinche.
  • Ofrecer un lugar seguro para el berrinche. Si el berrinche ocurre en un lugar público, haga lo posible por llevar al niño a un lugar más privado y tranquilo, puede ser el coche o un pasillo. Esto es un tiempo fuera de la situación, y el niño tendrá la oportunidad de calmarse sin la presión de otras personas mirando. Y, si está en casa, puede ser un rincón de la habitación.
  • Redirigir y distraer. Cuando se encuentra en la fase inicial de un berrinche, a veces la distracción funciona. Por ejemplo, mira ese pájaro tan bonito, si el niño es amante a los animales, es probable que pueda ayudarle a salir del berrinche. Esta técnica es más efectiva en niños pequeños. Pero, a medida que crecen, es ideal enseñarle a nombrar y reconocer sus sentimientos.
  • Aprender a prevenir los berrinches.La mejor estrategia es la prevención. Para lograr esta habilidad, observe los patrones de berrinches de su hijo, es decir, cuándo ocurren, si es cuando tiene hambre o sueño. También es importante que, si va a experimentar una transición difícil, como salir del parque, dígalo al niño con anticipación, para que este cambio no lo sorprenda.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?

De acuerdo con los profesionales, la mayoría de los berrinches son normales y, eventualmente, irán disminuyendo su frecuencia con el crecimiento y desarrollo del niño, cuando aprende habilidades de comunicación y autorregulación. Sin embargo, en raras ocasiones, los berrinches pueden ser un signo de otra condición oculta. Por lo tanto, se recomienda consultar a un pediatra ante alguno de estos casos.

  • Los berrinches, en lugar de disminuir, se vuelven más frecuentes, intensos o duran más de 15 minutos.
  • El niño se lastima o lastima a otros durante estos eventos.
  • El niño tiene convulsiones, dejar de respirar por mucho tiempo o, puede llegar a presentar desmayos.
  • El niño tiene 4 años o más, y los berrinches no tienden a disminuir.
  • Los berrinches son tan intensos que están afectando la vida familiar o social del niño, de manera negativa.

Los berrinches, aunque puede ser situaciones incómodas, no son el fin del mundo. Es parte del crecimiento del niño, y así aprende a manejar emociones difíciles y para que los padres puedan fortalecer su vínculo con ellos a través de la paciencia y la empatía. Al aceptar que un berrinche no es una manipulación, sino una expresión de frustración y falta de control, los padres tienen la oportunidad de responder con calma, establecer límites claros y guiar a sus hijos en esta etapa de su desarrollo. La clave es la consistencia y el amor, recordando que está criando a un ser humano con un cerebro en desarrollo.

 

Fuentes:

  • Green, C. & O’Connell, J. (2014). Berrinches y límites: Un enfoque práctico para los padres. Ediciones Paidós.
  • Shapiro, L. E. (2013). El poder de la inteligencia emocional de los niños. Grupo Editorial Norma.

    La fiebre: Un aviso que puedes manejar con calma

    La fiebre es uno de los síntomas más comunes en los niños, sin embargo, suele ser uno de los más preocupantes para los padres y cuidadores. Cuando un niño presenta temperatura elevada puede generar ansiedad y, por ende, crear muchas dudas: ¿Es grave? ¿Debo llevar al niño a urgencias? ¿Qué debo hacer? Para la tranquilidad de muchos, hoy conocerás información clara acerca de la fiebre, qué es, cuándo preocuparse y cómo actuar de manera segura y eficaz.

    ¿Qué es la fiebre?

    Es muy común creer que la fiebre es una enfermedad en sí misma, cuando en realidad, este es un mecanismo de defensa natural del cuerpo. La fiebre se define como la elevación temporal de la temperatura corporal. La realidad es que, la fiebre no es un enemigo, sino un aliado que ayuda a combatir infecciones, porque, la mayoría de las bacterias y virus que causan enfermedades se reproducen mejor a la temperatura corporal normal. De acuerdo con Baraff (2000), cuando el cuerpo eleva la temperatura, en realidad crea un ambiente hostil para estos patógenos, lo que dificulta su replicación y estimula el sistema inmunológico para que funcione de manera más eficiente.

    La temperatura normal de un niño puede variar, per en rasgos generales, se considera que un niño tiene fiebre cuando su temperatura rectal es igual o superior a 38°C, la oral es igual o superior a 37.8°C y la axilar es igual o superior a 37.2°C, recordando que al tomar la temperatura en la axila, se debe sumar 0,5°C. Muchos especialistas están de acuerdo en que la medición rectal es la más precisa en bebés y niños pequeños.

    ¿Por qué ocurre la fiebre en los niños?

    La principal causa de la fiebre en niños son las infecciones, tanto virales como bacterianas. Chiappini et al. (2017) señala que, algunas de las infecciones virales son, el resfriado común, la gripe o la gastroenteritis. Por otra parte, entre las infecciones bacterianas están la otitis media, la neumonía o la infección del tracto urinario, las cuales pueden requerir tratamiento con antibióticos, los cuales deben ser indicados por el pediatra.

    Existen otras causas de la fiebre en niños, tales como:

    • Reacciones a vacunas. La fiebre es una reacción común y esperada después de la administración de algunas vacunas, tales como el sarampión, las paperas y la rubéola, o la vacuna para difteria, tétanos y tos ferina.
    • Dentición. A pesar de ser una creencia popular, cuando están apareciendo los dientes, no suele causar fiebres altas. Pero, si en esta condición, el niño presenta temperatura superior a 38.5°C o luce muy enfermo, es probable que la causa sea otra y no la salida de los dientes.
    • Golpe de calor. Exposición prolongada a altas temperaturas, como dejar al niño en un coche cerrado, puede elevar peligrosamente la temperatura corporal, y convertirse en una emergencia médica.

    ¿Siempre hay que preocuparse cuando un niño tiene fiebre?

    La respuesta corta es no. Como se ha dicho anteriormente, la fiebre es un síntoma, no una enfermedad. La clave no es el número que marca el termómetro, sino el estado general del niño. Un niño con 39°C de fiebre que está jugando, bebiendo líquidos y con buen aspecto, es probable que no requiera de una intervención médica inmediata. Pero, cuando un niño con 38°C que está decaído, irritable, no quiere beber y presenta otros síntomas alarmantes, sí podría requerir una pronta evaluación médica.

    Por esta razón, se darán a conocer algunas situaciones en las que la fiebre sí es motivo de preocupación y requiere atención médica urgente.

    • Bebés menores de 3 meses. Cualquier fiebre en un bebé de esta edad, incluso si presenta una fiebre baja, debe ser evaluada por un médico de inmediato. Su sistema inmunológico aún no está completamente desarrollado y una fiebre puede ser la única señal de una infección grave.
    • Fiebre alta persistente. Si la fiebre no baja con medicamentos y dura más de 24-48 horas, o si el niño parece estar empeorando.
    • Fiebre con otros síntomas graves. Como lo son, la dificultad para respirar, rigidez del cuello, erupción cutánea que no desaparece al presionar, dolor de cabeza intenso, confusión o irritabilidad extrema, signos de deshidratación como llanto sin lágrimas, ojos hundidos, poca orina, boca seca; y convulsiones febriles.

    ¿Qué hacer en caso de fiebre en los niños?

    La prioridad ante un cuadro de fiebre es mejorar el confort del niño, al considerar que un niño que se siente mejor, come, bebe y duerme, tiene más probabilidades de recuperarse más rápido. Algunas recomendaciones para el manejo de la fiebre en casa, son las siguientes.

    • Mantener la hidratación. La fiebre puede provocar deshidratación. De aquí la importancia de ofrecer al niño líquidos con frecuencia, como agua, caldos, jugos diluidos o soluciones de rehidratación oral. Si el niño está vomitando, ofrezca pequeñas cantidades de líquido a intervalos cortos.
    • Medicación. Los medicamentos antipiréticos (reductores de la fiebre) más comunes y seguros para los niños son el paracetamol (acetaminofén) y el ibuprofeno. Es importante mencionar que, el ibuprofeno se recomienda para niños a partir de 6 meses de edad, mientras que el paracetamol, es recomendado para niños de todas las edades. Y, la dosis de ambos medicamentos es en función al peso del niño, si tiene dudas, recuerde siempre consultar a su pediatra.
    • Ropa ligera y ambiente fresco. Vestir al niño con ropa ligera y mantener la habitación a una temperatura agradable. Evitar arroparlo en exceso es otra de las recomendaciones importantes, ya que esto puede impedir que el calor se disipe.
    • Dar baños tibios. Un baño de esponja con agua tibia (no fría) puede ayudar a bajar la temperatura y a calmar al niño. Pero, los especialistas no lo recomiendan como primera opción. Tampoco debe usar agua fría o alcohol, ya que puede causar escalofríos y un aumento de la temperatura central.
    • Descansar. El cuerpo necesita energía para combatir la infección. Fomente el descanso y evite actividades extenuantes.

    La fiebre es una respuesta fisiológica normal y, en la mayoría de los casos, un signo de que el sistema inmunológico está haciendo su trabajo. Para saber cuándo buscar atención médica, la clave es recordar que la fiebre es un síntoma, no el enemigo, y que la observación y el sentido común son las mejores herramientas para cuidar de un niño enfermo.

     

    Fuentes:

    • American Academy of Pediatrics. (2011). Clinical Practice Guideline: Management of Fever and Dehydration in Children with Gastroenteritis. Publicación en línea.
    • Baraff, L. J. (2000). Management of fever in infants and children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 105(3), 633-640.
    • Chiappini, E., Bortone, B., Tovo, P. A., et al. (2017). Guidelines for the management of fever in children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 140(1), e20170068.
    • Sullivan, J. E., & Farrar, H. C. (2011). Fever and antipyretic use in children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 127(3), 580-587.Â

      Cómo introducir alimentos a tu bebé de forma segura

      La introducción de alimentos sólidos es un hito emocionante y a menudo desafiante en la vida de un bebé y sus padres. Es el comienzo de un viaje culinario que sentará las bases para los hábitos alimenticios de toda la vida. Sin embargo, este proceso también genera muchas dudas y preguntas: ¿cuándo empezar?, ¿qué alimentos ofrecer?, ¿cómo hacerlo de forma segura? Hoy, conocerás las recomendaciones de algunos de los especialistas en el tema, reconocerás los errores más comunes y aprenderás la importancia de seguir las indicaciones del pediatra para garantizar una transición exitosa y saludable.

      ¿Cuándo y cómo empezar? Recomendaciones de los especialistas

      Durante mucho tiempo, la edad de inicio para la alimentación complementaria ha sido un tema de debate. Hoy en día, las principales organizaciones de salud, como la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), coinciden en que la edad ideal para empezar es alrededor de los 6 meses de edad (OMS, 2021). Hasta este momento, la leche materna o la fórmula infantil proporcionan todos los nutrientes que el bebé necesita para un crecimiento óptimo.

      Es crucial no precipitarse. Los bebés deben mostrar ciertas señales de preparación antes de empezar con los alimentos sólidos, entre las que se pueden mencionar:

      • Pérdida del reflejo de extrusión. El reflejo natural que hace que los bebés expulsen cualquier cosa que entre en su boca. Cuando este reflejo desaparece, pueden tragar alimentos sólidos.
      • Capacidad de sentarse con apoyo. Deben ser capaces de mantener la cabeza erguida y sentarse en una posición semi-erguida o erguida. Esto reduce el riesgo de atragantamiento.
      • Curiosidad por la comida. Muestran interés en lo que comen los adultos, intentando alcanzar la comida o abriendo la boca al verla.

      La forma de introducir los alimentos también ha evolucionado. La tendencia actual favorece el Baby-Led Weaning (BLW), o alimentación dirigida por el bebé, un método en el que se ofrecen al bebé alimentos en trozos grandes y seguros para que él mismo los agarre y explore. Sin embargo, la forma tradicional de purés sigue siendo una excelente opción. La clave está en la flexibilidad y en observar las señales de tu bebé.

      Principios clave para una introducción segura:

      • Empezar con un alimento a la vez. Introducir un nuevo alimento cada 3-5 días permite identificar posibles alergias o intolerancias.
      • Variedad y textura. No te limites a los purés. A medida que el bebé crece, introduce diferentes texturas para fomentar el desarrollo de las habilidades orales y la aceptación de nuevos sabores.
      • Ambiente tranquilo. Ofrece las comidas en un ambiente relajado y sin distracciones.
      • No forzar. Permite que el bebé marque el ritmo. Si rechaza un alimento, inténtalo de nuevo en otro momento. La exposición repetida es clave para la aceptación.

      Los errores más comunes de los padres al introducir alimentos

      A pesar de las buenas intenciones, los padres a menudo cometen errores que pueden complicar este proceso digestivo. Ser consciente de ellos es el primer paso para evitarlos.

      • Introducir sólidos demasiado pronto. Empezar antes de los 4 meses aumenta el riesgo de atragantamiento y de alergias. Además, el sistema digestivo del bebé aún no está maduro para procesar alimentos sólidos.
      • Dar jugos y alimentos azucarados. Los jugos, incluso los naturales, y los alimentos con azúcar añadido no tienen ningún valor nutricional para los bebés y pueden desplazar a la leche materna/fórmula. El agua debe introducirse después de los 6 meses y en pequeñas cantidades.
      • Añadir sal o azúcar a la comida del bebé. Los riñones del bebé no están preparados para procesar grandes cantidades de sodio. De igual forma, el azúcar añadido no solo es innecesario, sino que también puede sentar las bases para la preferencia por los sabores dulces en el futuro.
      • Ignorar el riesgo de atragantamiento. Este es, sin duda, el error más peligroso. Evita alimentos duros, redondos o pequeños que puedan obstruir las vías respiratorias.
      • Falta de paciencia. La introducción de alimentos es un proceso de aprendizaje. Los bebés pueden tardar hasta 10 o 15 intentos en aceptar un nuevo alimento. La frustración de los padres puede generar una relación negativa con la comida.
      • Comparar con otros bebés. Cada bebé es único y tiene su propio ritmo. Comparar el progreso de tu hijo con el de otros solo crea ansiedad innecesaria.
      • Descuidar la seguridad de la silla de comer. Asegúrate de que tu bebé esté sentado de forma segura en una trona con arnés antes de ofrecerle comida.

      ¿Por qué se deben seguir las indicaciones del pediatra?

      El pediatra es tu principal aliado en este proceso. Su orientación es invaluable y no debe ser subestimada. Aquí te explicamos algunas de las razones más destacadas.

      • Evaluación de la salud del bebé. El pediatra puede evaluar el crecimiento y desarrollo de tu bebé y determinar si está listo para empezar con los alimentos sólidos.
      • Historial médico. Tienen acceso al historial familiar de alergias o condiciones médicas que podrían influir en el proceso de alimentación.
      • Asesoramiento individualizado. Cada bebé es diferente. El pediatra puede adaptar las recomendaciones a las necesidades específicas de tu hijo, ya sea que tenga un bajo peso, alergias o alguna otra condición.
      • Prevención de problemas de salud. Seguir las indicaciones del pediatra ayuda a prevenir deficiencias nutricionales, problemas de crecimiento, y el desarrollo de malos hábitos alimenticios en el futuro.
      • Identificación de señales de alerta. El pediatra te enseñará a reconocer las señales de atragantamiento, las reacciones alérgicas y otros problemas que puedan surgir.
      • Tranquilidad para los padres. La orientación de un profesional puede aliviar la ansiedad de los padres y darles la confianza que necesitan para disfrutar de este hito.

      En fin, la introducción de alimentos a tu bebé es un momento de descubrimiento y aprendizaje, no una carrera. La paciencia, la observación y la seguridad son los pilares de este proceso. Al seguir las recomendaciones de especialistas como la OMS y la AAP, y al trabajar de la mano con tu pediatra, puedes sentar las bases para una relación positiva y saludable con la comida para tu hijo. Recuerda, el objetivo no es que el bebé coma todo a la perfección desde el primer día, sino que explore, pruebe y disfrute de los nuevos sabores y texturas en un entorno seguro y lleno de amor. Este es el verdadero regalo que le darás a tu bebé en su viaje hacia la alimentación.

       

      Fuentes:

        La vida de un bebé zurdo: Desafíos y alegrías

        Cada 13 de agosto, celebramos la singularidad y el talento de aproximadamente el 10% de la población mundial que utiliza su mano izquierda de forma dominante. Ser zurdo no es solo una preferencia, sino una característica que influye en cómo las personas interactúan con el mundo. Para los padres de un bebé zurdo, esta realidad plantea preguntas y desafíos únicos, que esperamos poder responder en esta oportunidad, y de esta manera, ayudarlos a entender, apoyar y celebrar a sus pequeños zurdos.

        ¿Cómo detectar si tu bebé es zurdo?

        Determinar la lateralidad de un bebé es un proceso que lleva tiempo y observación. No hay una prueba definitiva para saberlo en los primeros meses, ya que los bebés utilizan ambas manos de manera indiscriminada. La preferencia por una mano generalmente se establece entre los 2 y 4 años, aunque puede tardar más en consolidarse.

        Señales para observar

        • Alcance y agarre. Nota con qué mano tu bebé prefiere alcanzar y agarrar objetos, como juguetes o comida. La consistencia en el uso de una mano es una pista clave.
        • Gestos espontáneos. Observa qué mano usa para gestos espontáneos, como señalar o tocar.
        • Actividades de juego. Fíjate con qué mano sostiene el crayón o la cuchara. Aunque al principio puede parecer aleatorio, con el tiempo notarás un patrón.

        Es importante recordar que forzar a un niño a usar la mano derecha si su preferencia natural es la izquierda puede ser perjudicial. Históricamente, se intentaba corregir a los zurdos, pero esta práctica ha sido desmentida por la ciencia. La dominancia manual es una característica neurológica, no una elección, y forzar un cambio puede provocar problemas de aprendizaje, coordinación y estrés.

        ¿Por qué algunas personas son zurdas?

        La ciencia detrás de la zurdera es fascinante y todavía está en constante investigación. A diferencia de lo que se creía en el pasado, no hay una única causa. Ser zurdo es el resultado de una compleja interacción de factores genéticos y ambientales.

        • Genética. Se ha observado que la zurdera tiene un componente hereditario. Para Francks (2017), si uno o ambos padres son zurdos, la probabilidad de que el bebé también lo sea aumenta. Sin embargo, no hay un gen de la zurdera único. Se cree que múltiples genes influyen en el desarrollo de la lateralidad cerebral.
        • Desarrollo cerebral. El cerebro está dividido en dos hemisferios. En la mayoría de las personas diestras, el hemisferio izquierdo es dominante para el lenguaje y el control motor. En los zurdos, esta lateralización puede ser diferente. Un zurdo puede tener el hemisferio derecho dominante para el lenguaje, o una combinación menos clara. Esta organización cerebral única es lo que determina la preferencia manual.
        • Factores ambientales y perinatales. Algunos estudios sugieren que factores durante el embarazo o el parto, como la exposición a ciertas hormonas, pueden influir en la lateralidad. No obstante, estas teorías aún son objeto de debate en la comunidad científica.

        En resumen, ser zurdo es una variación natural del desarrollo humano, no una anomalía. Es un reflejo de la diversidad neurológica que enriquece nuestra especie.

        ¿Cómo ayudar a tu bebé zurdo a convivir en un mundo de diestros?

        El mundo está diseñado en gran medida para diestros. Desde tijeras hasta abridores de latas y pupitres escolares, los productos y herramientas cotidianas a menudo no son ergonómicos para los zurdos. Sin embargo, con un poco de apoyo y comprensión, puedes ayudar a tu bebé a navegar por este mundo con confianza.

        • Aceptación y apoyo. Lo más importante que puedes hacer es aceptar y celebrar la zurdera de tu hijo. Nunca lo presiones para usar la mano derecha. Anímale a usar su mano dominante y elógiale por ello. Esta actitud positiva es fundamental para su autoestima y desarrollo.
        • Herramientas adecuadas. Proporciona a tu hijo herramientas y útiles diseñados específicamente para zurdos.
          • Tijeras para zurdos. Tienen las cuchillas invertidas para que puedan ver la línea de corte y la fuerza de agarre sea natural.
          • Lápices y bolígrafos ergonómicos. Algunos están diseñados para evitar que la mano se canse o se manche con tinta.
          • Reglas y cuadernos. Existen reglas con la numeración invertida y cuadernos con espirales en la parte superior o derecha para que la mano no choque al escribir.
        • Observar y adaptar. Enseñar a un niño zurdo a escribir o a usar ciertos utensilios puede requerir una perspectiva diferente.
          • Escritura. A menudo, los niños zurdos adoptan una postura de gancho al escribir para poder ver lo que están haciendo y evitar manchar el papel. En lugar de corregir esta postura de inmediato, busca adaptaciones. Una inclinación del papel hacia la derecha puede ser muy útil para ellos.
          • Deportes. En deportes como el béisbol o el hockey, la posición del bate o el palo puede ser diferente. Anímalo a practicar de la forma que le resulte más cómoda.
        • Desarrollar habilidades bilaterales. Aunque la zurdera sea su preferencia dominante, es beneficioso que aprenda a usar ambas manos. Anímalo a participar en actividades que requieran la coordinación de ambas manos, como tocar un instrumento musical, jugar con plastilina o construir con bloques. Esto no solo mejora su coordinación motriz, sino que también estimula la comunicación entre los dos hemisferios cerebrales.

        La celebración de una diferencia valiosa

        Ser zurdo no es una desventaja, sino una diferencia con sus propias ventajas. De hecho, ser zurdo se ha asociado con una mayor creatividad y habilidades espaciales en algunas áreas. Muchos zurdos se han destacado en campos como el arte, la música y los deportes. Figuras icónicas como Leonardo da Vinci, Paul McCartney y Rafael Nadal son ejemplos del talento zurdo que ha dejado una marca en el mundo.

        El Día Mundial del Zurdo es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la inclusión y la adaptación. La clave es crear un entorno donde tu bebé zurdo se sienta comprendido, valorado y equipado con las herramientas que necesita para prosperar. Tu papel como padre es su mayor aliado en este camino, ayudándolo a crecer y a desarrollar todo su potencial en un mundo que, aunque predominantemente diestro, está cada vez más abierto a celebrar la diversidad en todas sus formas.

         

        Fuentes:

        • Corey, G. (2012). Left-Handed Children: A Guide for Parents and Teachers. The Left-Handed Store.
        • Francks, C. (2017). The genetics of handedness. Current Opinion in Behavioral Sciences, 15, 92-98.
        • McManus, I. C., & Francks, C. (2016). The inheritance of handedness. Handbook of Clinical Neurology, 133, 165-179