La salud materna: Clave para el bienestar infantil

La salud materna no es un tema que incumba exclusivamente a la mujer embarazada; de hecho, se ha convertido en la piedra angular del bienestar infantil y un indicador crucial del desarrollo social y sanitario de cada familia. En un enfoque integral, se debe situar a la madre no solo como la portadora de una nueva vida, sino como un ser con necesidades físicas, mentales y sociales que, si son atendidas adecuadamente, garantizan el mejor apoyo de vida y evolución posible para el niño.

La importancia de la salud de las madres en el cuidado de los niños

El estado de salud de la madre tiene un impacto directo y profundo en la vida de sus hijos, incluso, mucho antes del nacimiento. La atención prenatal adecuada es uno de los factores más relevantes en la vida y desarrollo del niño. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la implementación efectiva del cuidado prenatal reduce significativamente los riesgos de mortalidad materna e infantil.

  • Salud física y nutricional. Una madre con buena salud física y una nutrición óptima durante el embarazo asegura un desarrollo fetal saludable. Estas condiciones reducen riesgos como el bajo peso al nacer o las deficiencias nutricionales que pueden afectar el desarrollo cognitivo y físico del niño.
  • Lactancia materna. La salud materna también es vital para el éxito de la lactancia materna exclusiva, que es el alimento ideal para el bebé. Sus beneficios son inmensos para el niño, incluyendo la prevención de sobrepeso, diabetes tipo 2, y la reducción del riesgo de síndrome de muerte súbita infantil.
  • Vínculo afectivo y mental. Más allá de lo físico, la salud mental materna es crítica. Una madre que sufre de depresión posparto o ansiedad puede tener dificultades para establecer un vínculo afectivo seguro y para responder de manera consistente a las necesidades de su hijo. Esto puede, a su vez, afectar el desarrollo cognitivo y emocional del niño, e incluso, el desarrollo del lenguaje y la autoestima.

Por lo tanto, el bienestar de la madre no solo protege su vida, sino que nutre el desarrollo integral del niño.

Las madres también importan

El foco de la atención materno-infantil se ha puesto, por razones obvias, en la supervivencia y el desarrollo del niño. Sin embargo, la premisa de que las madres también importan, es fundamental para sostener un cuidado infantil de calidad.

Una madre exhausta, estresada o con problemas de salud física o mental no puede ofrecer la misma calidad de cuidado que una madre que se siente apoyada y saludable.

El concepto de salud materna debe ser replanteado para ser más inclusivo, dándole mayor prioridad a la salud mental de las mujeres, un componente que a menudo es olvidado. La etapa posterior al parto, por ejemplo, es un periodo crítico, donde la madre necesita cuidados específicos, incluyendo descanso adecuado, nutrición y seguimiento médico para evitar complicaciones y garantizar su recuperación física y emocional.

Las madres no deben posponer su bienestar

El mensaje más importante para toda madre es muy claro: no pospongan su bienestar. El bienestar no es un lujo, sino un componente operativo de la maternidad eficaz. Muchas madres tienen la tendencia a aguantar, o a pensar que la atención propia puede esperar hasta que los niños sean mayores, sin saber que este es un camino peligroso hacia el agotamiento.

El bienestar materno implica:

  • Atención médica regular. No cancelar, ni posponer las citas médicas propias, como la consulta ginecológica o la visita al odontólogo, porque la agenda está apretada.
  • Sueño y descanso. Priorizar el descanso, aunque sea en bloques cortos. La privación crónica del sueño es un factor de estrés biológico y mental.
  • Nutrición adecuada. Evitar saltarse comidas o recurrir constantemente a alimentos rápidos y poco nutritivos, que comprometen la energía y la salud a largo plazo.
  • Tiempo personal. Programar intencionalmente tiempo para el ocio, las aficiones o simplemente la soledad y el silencio, que son fundamentales para la recarga mental.
  • Límites. Aprender a decir no a peticiones que añadan estrés innecesario y delegar tareas sin sentir culpa.

El autocuidado no es un acto egoísta; es un acto de generosidad a largo plazo hacia la familia. Una madre que prioriza su bienestar enseña a sus hijos el valor de cuidarse a sí mismos, un modelo invaluable que va más allá de cualquier lección verbal. Al cuidarse a sí misma, la madre asegura que la fuente de amor y cuidado que proporciona a su hijo no se seque.

La salud materna es, sin lugar a dudas, el fundamento del bienestar infantil. La ecuación es simple y poderosa: Madre sana = Niño sano. Para asegurar el desarrollo óptimo de los niños, debemos cambiar la narrativa social del autosacrificio materno a la de la responsabilidad compartida y el cuidado recíproco. Las madres merecen ser cuidadas para que puedan seguir cuidando.

 

Fuentes:

      La importancia del control de niño sano en la infancia

      El control de niño sano es un pilar fundamental de la atención pediátrica preventiva, muy diferente a la atención de enfermedades. Es decir, no se trata solo de acudir al médico cuando el niño está enfermo, sino de un conjunto de evaluaciones periódicas, que han sido diseñadas para garantizar el óptimo crecimiento, desarrollo físico, mental y social del menor, desde el nacimiento hasta la adolescencia. Es, en esencia, una inversión temprana en la salud y el futuro de cada individuo.

      ¿Qué revisa el pediatra en el control de niño sano?

      El control de niño sano, también conocido como supervisión de la salud infantil, es un programa de visitas médicas regulares y programadas que se realizan incluso cuando el niño o niña parece estar completamente sano. La frecuencia de estas visitas es mayor en la primera infancia debido a la rapidez del desarrollo en esta etapa, muchos especialistas programan estas visitas cada mes, durante los primeros 6 meses de vida del bebé; cada dos o tres meses hasta los dos años de edad, y luego, una o dos veces al año hasta la adolescencia.

      Durante estas consultas, el médico tratante, que puede ser un pediatra o médico familiar, realiza una revisión exhaustiva que abarca diversos aspectos.

      Evaluación del crecimiento

      Se toman y registran medidas clave del cuerpo del bebé, para monitorizar si el niño está creciendo adecuadamente.

      • Peso. Para detectar bajo peso o, por el contrario, sobrepeso u obesidad.
      • Talla/Longitud. Para evaluar el crecimiento lineal.
      • Perímetro cefálico (PC). Mide el crecimiento de la cabeza, crucial para evaluar el desarrollo cerebral, especialmente en los primeros dos años de vida.

      Estos datos se comparan con las tablas o curvas de crecimiento estandarizadas, como las de la OMS, para asegurar que el niño se mantenga en la evolución de crecimiento esperado.

      Evaluación del desarrollo psicomotor

      Se evalúan los hitos del desarrollo en varias áreas para detectar tempranamente posibles retrasos o desviaciones.

      • Motor grueso. Habilidades como sostener la cabeza, rodar, sentarse, gatear, caminar y correr.
      • Motor fino. Habilidades manuales como agarrar objetos, manipular juguetes y dibujar.
      • Lenguaje. Evolución de balbuceos, primeras palabras, frases y comprensión.
      • Socio-emocional. Interacción con los padres y el entorno, juego, autonomía y comportamiento.
      • Cognitivo. Aprendizaje y resolución de problemas.

      El médico utiliza herramientas de cribado estandarizadas, como el Test de Denver, y la observación directa para esta evaluación.

      Examen físico completo

      El examen físico es detallado y sistemático, que incluye los siguientes aspectos:

      • Auscultación. Escuchar el corazón y los pulmones.
      • Abdomen. Palpación para detectar anomalías.
      • Genitales e inguinal. Revisión para detectar hernias o problemas testiculares, esta parte del examen es específica en varones.
      • Ojos y oídos. Evaluación de la visión y la audición, que a menudo incluye pruebas específicas, como cribado visual y auditivo, a ciertas edades.
      • Boca y dientes. Revisión de la salud bucal, aparición de dientes y consejos de higiene.
      • Piel y extremidades. Evaluación de la postura y el movimiento.
      • Reflejos. En recién nacidos y lactantes, se evalúan los reflejos primitivos.

      Aplicación de vacunas

      Un componente central es la revisión y aplicación de las inmunizaciones, según el esquema de vacunación oficial del país, protegiendo al niño contra enfermedades graves y prevenibles.

      Consejería y guía anticipatoria

      Este es un aspecto crucial y preventivo. El médico brinda a los padres información, orientación y apoyo sobre temas relevantes para la edad del niño y su evolución.

      • Nutrición. Lactancia materna, introducción de alimentos sólidos, hábitos alimentarios saludables.
      • Sueño. Patrones y rutinas de sueño para un óptimo descanso.
      • Seguridad y prevención de accidentes. Consejos adaptados a la edad para tratar riesgos de asfixia, caídas, accidentes automovilísticos, entre otros.
      • Crianza y comportamiento. Manejo de rabietas, entrenamiento de control de esfínteres, pautas de disciplina positiva.
      • Salud mental y emocional. Evaluación del vínculo familiar y detección de dificultades parentales.

      ¿Por qué es importante que el niño acuda a este control?

      La importancia del control de niño sano reside en su enfoque proactivo y preventivo. Un niño puede parecer sano a simple vista, pero solo una evaluación médica periódica puede garantizar su bienestar integral.

      • Detección temprana de problemas. Muchos problemas de salud, como retrasos en el desarrollo, problemas de visión o audición, o desviaciones en el crecimiento, son sutiles y pueden no ser evidentes para los padres. La detección temprana permite una intervención rápida y oportuna, lo que mejora drásticamente el pronóstico a largo plazo.
      • Prevención de enfermedades. Las vacunas son la herramienta de prevención más efectiva que se administra en estas consultas, protegiendo al niño y a la comunidad de brotes de enfermedades contagiosas.
      • Seguimiento de la curva de crecimiento. Permite identificar a tiempo trastornos nutricionales como la desnutrición o la obesidad infantil, problemas que tienen graves consecuencias a largo plazo para la salud cardiovascular, metabólica y ósea.
      • Establecimiento de un vínculo de confianza. Las visitas regulares construyen una relación de confianza entre el pediatra, el niño y la familia, facilitando una comunicación abierta sobre temas sensibles y creando un equipo para el cuidado de la salud.

      Beneficios del control de niño sano

      Los beneficios de mantener un calendario riguroso de control de niño sano son incalculables y se extienden más allá de la infancia, impactando la vida adulta.

      • Salud física óptima. Al monitorizar el crecimiento y aplicar las vacunas, se minimiza el riesgo de enfermedades graves y se asegura que el cuerpo se desarrolle de manera adecuada.
      • Desarrollo cognitivo y social pleno. La detección temprana de problemas de desarrollo y la guía anticipatoria a los padres sobre estimulación y crianza favorecen un entorno óptimo para que el niño alcance todo su potencial cognitivo y social.
      • Hábitos de vida saludables. En estas consultas, los padres encuentran el apoyo ideal para educar a la familia sobre nutrición, higiene, actividad física y seguridad, sembrando las bases para un estilo de vida saludable que perdurará.
      • Reducción de la morbilidad y mortalidad. La atención preventiva y la inmunización son dos de las estrategias de salud pública más eficaces, contribuyendo a la disminución de la morbilidad y la mortalidad infantil.
      • Empoderamiento de los padres. El control de niño sano proporciona a los padres la información, las herramientas y la tranquilidad necesarias para abordar los desafíos de la crianza en cada etapa, respondiendo a sus dudas y preocupaciones.

      El Control de Niño Sano es la columna vertebral de la pediatría. No solo interviene en la enfermedad, sino que promueve activamente la salud, asegurando que cada niño tenga la mejor oportunidad posible de prosperar y convertirse en un adulto sano y productivo. Asistir a estas citas no es opcional, sino un compromiso esencial con la salud futura de los hijos.

       

      Fuentes:

          La fiebre: Un aviso que puedes manejar con calma

          La fiebre es uno de los síntomas más comunes en los niños, sin embargo, suele ser uno de los más preocupantes para los padres y cuidadores. Cuando un niño presenta temperatura elevada puede generar ansiedad y, por ende, crear muchas dudas: ¿Es grave? ¿Debo llevar al niño a urgencias? ¿Qué debo hacer? Para la tranquilidad de muchos, hoy conocerás información clara acerca de la fiebre, qué es, cuándo preocuparse y cómo actuar de manera segura y eficaz.

          ¿Qué es la fiebre?

          Es muy común creer que la fiebre es una enfermedad en sí misma, cuando en realidad, este es un mecanismo de defensa natural del cuerpo. La fiebre se define como la elevación temporal de la temperatura corporal. La realidad es que, la fiebre no es un enemigo, sino un aliado que ayuda a combatir infecciones, porque, la mayoría de las bacterias y virus que causan enfermedades se reproducen mejor a la temperatura corporal normal. De acuerdo con Baraff (2000), cuando el cuerpo eleva la temperatura, en realidad crea un ambiente hostil para estos patógenos, lo que dificulta su replicación y estimula el sistema inmunológico para que funcione de manera más eficiente.

          La temperatura normal de un niño puede variar, per en rasgos generales, se considera que un niño tiene fiebre cuando su temperatura rectal es igual o superior a 38°C, la oral es igual o superior a 37.8°C y la axilar es igual o superior a 37.2°C, recordando que al tomar la temperatura en la axila, se debe sumar 0,5°C. Muchos especialistas están de acuerdo en que la medición rectal es la más precisa en bebés y niños pequeños.

          ¿Por qué ocurre la fiebre en los niños?

          La principal causa de la fiebre en niños son las infecciones, tanto virales como bacterianas. Chiappini et al. (2017) señala que, algunas de las infecciones virales son, el resfriado común, la gripe o la gastroenteritis. Por otra parte, entre las infecciones bacterianas están la otitis media, la neumonía o la infección del tracto urinario, las cuales pueden requerir tratamiento con antibióticos, los cuales deben ser indicados por el pediatra.

          Existen otras causas de la fiebre en niños, tales como:

          • Reacciones a vacunas. La fiebre es una reacción común y esperada después de la administración de algunas vacunas, tales como el sarampión, las paperas y la rubéola, o la vacuna para difteria, tétanos y tos ferina.
          • Dentición. A pesar de ser una creencia popular, cuando están apareciendo los dientes, no suele causar fiebres altas. Pero, si en esta condición, el niño presenta temperatura superior a 38.5°C o luce muy enfermo, es probable que la causa sea otra y no la salida de los dientes.
          • Golpe de calor. Exposición prolongada a altas temperaturas, como dejar al niño en un coche cerrado, puede elevar peligrosamente la temperatura corporal, y convertirse en una emergencia médica.

          ¿Siempre hay que preocuparse cuando un niño tiene fiebre?

          La respuesta corta es no. Como se ha dicho anteriormente, la fiebre es un síntoma, no una enfermedad. La clave no es el número que marca el termómetro, sino el estado general del niño. Un niño con 39°C de fiebre que está jugando, bebiendo líquidos y con buen aspecto, es probable que no requiera de una intervención médica inmediata. Pero, cuando un niño con 38°C que está decaído, irritable, no quiere beber y presenta otros síntomas alarmantes, sí podría requerir una pronta evaluación médica.

          Por esta razón, se darán a conocer algunas situaciones en las que la fiebre sí es motivo de preocupación y requiere atención médica urgente.

          • Bebés menores de 3 meses. Cualquier fiebre en un bebé de esta edad, incluso si presenta una fiebre baja, debe ser evaluada por un médico de inmediato. Su sistema inmunológico aún no está completamente desarrollado y una fiebre puede ser la única señal de una infección grave.
          • Fiebre alta persistente. Si la fiebre no baja con medicamentos y dura más de 24-48 horas, o si el niño parece estar empeorando.
          • Fiebre con otros síntomas graves. Como lo son, la dificultad para respirar, rigidez del cuello, erupción cutánea que no desaparece al presionar, dolor de cabeza intenso, confusión o irritabilidad extrema, signos de deshidratación como llanto sin lágrimas, ojos hundidos, poca orina, boca seca; y convulsiones febriles.

          ¿Qué hacer en caso de fiebre en los niños?

          La prioridad ante un cuadro de fiebre es mejorar el confort del niño, al considerar que un niño que se siente mejor, come, bebe y duerme, tiene más probabilidades de recuperarse más rápido. Algunas recomendaciones para el manejo de la fiebre en casa, son las siguientes.

          • Mantener la hidratación. La fiebre puede provocar deshidratación. De aquí la importancia de ofrecer al niño líquidos con frecuencia, como agua, caldos, jugos diluidos o soluciones de rehidratación oral. Si el niño está vomitando, ofrezca pequeñas cantidades de líquido a intervalos cortos.
          • Medicación. Los medicamentos antipiréticos (reductores de la fiebre) más comunes y seguros para los niños son el paracetamol (acetaminofén) y el ibuprofeno. Es importante mencionar que, el ibuprofeno se recomienda para niños a partir de 6 meses de edad, mientras que el paracetamol, es recomendado para niños de todas las edades. Y, la dosis de ambos medicamentos es en función al peso del niño, si tiene dudas, recuerde siempre consultar a su pediatra.
          • Ropa ligera y ambiente fresco. Vestir al niño con ropa ligera y mantener la habitación a una temperatura agradable. Evitar arroparlo en exceso es otra de las recomendaciones importantes, ya que esto puede impedir que el calor se disipe.
          • Dar baños tibios. Un baño de esponja con agua tibia (no fría) puede ayudar a bajar la temperatura y a calmar al niño. Pero, los especialistas no lo recomiendan como primera opción. Tampoco debe usar agua fría o alcohol, ya que puede causar escalofríos y un aumento de la temperatura central.
          • Descansar. El cuerpo necesita energía para combatir la infección. Fomente el descanso y evite actividades extenuantes.

          La fiebre es una respuesta fisiológica normal y, en la mayoría de los casos, un signo de que el sistema inmunológico está haciendo su trabajo. Para saber cuándo buscar atención médica, la clave es recordar que la fiebre es un síntoma, no el enemigo, y que la observación y el sentido común son las mejores herramientas para cuidar de un niño enfermo.

           

          Fuentes:

          • American Academy of Pediatrics. (2011). Clinical Practice Guideline: Management of Fever and Dehydration in Children with Gastroenteritis. Publicación en línea.
          • Baraff, L. J. (2000). Management of fever in infants and children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 105(3), 633-640.
          • Chiappini, E., Bortone, B., Tovo, P. A., et al. (2017). Guidelines for the management of fever in children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 140(1), e20170068.
          • Sullivan, J. E., & Farrar, H. C. (2011). Fever and antipyretic use in children. Journal of the American Academy of Pediatrics, 127(3), 580-587.Â

            Cómo introducir alimentos a tu bebé de forma segura

            La introducción de alimentos sólidos es un hito emocionante y a menudo desafiante en la vida de un bebé y sus padres. Es el comienzo de un viaje culinario que sentará las bases para los hábitos alimenticios de toda la vida. Sin embargo, este proceso también genera muchas dudas y preguntas: ¿cuándo empezar?, ¿qué alimentos ofrecer?, ¿cómo hacerlo de forma segura? Hoy, conocerás las recomendaciones de algunos de los especialistas en el tema, reconocerás los errores más comunes y aprenderás la importancia de seguir las indicaciones del pediatra para garantizar una transición exitosa y saludable.

            ¿Cuándo y cómo empezar? Recomendaciones de los especialistas

            Durante mucho tiempo, la edad de inicio para la alimentación complementaria ha sido un tema de debate. Hoy en día, las principales organizaciones de salud, como la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), coinciden en que la edad ideal para empezar es alrededor de los 6 meses de edad (OMS, 2021). Hasta este momento, la leche materna o la fórmula infantil proporcionan todos los nutrientes que el bebé necesita para un crecimiento óptimo.

            Es crucial no precipitarse. Los bebés deben mostrar ciertas señales de preparación antes de empezar con los alimentos sólidos, entre las que se pueden mencionar:

            • Pérdida del reflejo de extrusión. El reflejo natural que hace que los bebés expulsen cualquier cosa que entre en su boca. Cuando este reflejo desaparece, pueden tragar alimentos sólidos.
            • Capacidad de sentarse con apoyo. Deben ser capaces de mantener la cabeza erguida y sentarse en una posición semi-erguida o erguida. Esto reduce el riesgo de atragantamiento.
            • Curiosidad por la comida. Muestran interés en lo que comen los adultos, intentando alcanzar la comida o abriendo la boca al verla.

            La forma de introducir los alimentos también ha evolucionado. La tendencia actual favorece el Baby-Led Weaning (BLW), o alimentación dirigida por el bebé, un método en el que se ofrecen al bebé alimentos en trozos grandes y seguros para que él mismo los agarre y explore. Sin embargo, la forma tradicional de purés sigue siendo una excelente opción. La clave está en la flexibilidad y en observar las señales de tu bebé.

            Principios clave para una introducción segura:

            • Empezar con un alimento a la vez. Introducir un nuevo alimento cada 3-5 días permite identificar posibles alergias o intolerancias.
            • Variedad y textura. No te limites a los purés. A medida que el bebé crece, introduce diferentes texturas para fomentar el desarrollo de las habilidades orales y la aceptación de nuevos sabores.
            • Ambiente tranquilo. Ofrece las comidas en un ambiente relajado y sin distracciones.
            • No forzar. Permite que el bebé marque el ritmo. Si rechaza un alimento, inténtalo de nuevo en otro momento. La exposición repetida es clave para la aceptación.

            Los errores más comunes de los padres al introducir alimentos

            A pesar de las buenas intenciones, los padres a menudo cometen errores que pueden complicar este proceso digestivo. Ser consciente de ellos es el primer paso para evitarlos.

            • Introducir sólidos demasiado pronto. Empezar antes de los 4 meses aumenta el riesgo de atragantamiento y de alergias. Además, el sistema digestivo del bebé aún no está maduro para procesar alimentos sólidos.
            • Dar jugos y alimentos azucarados. Los jugos, incluso los naturales, y los alimentos con azúcar añadido no tienen ningún valor nutricional para los bebés y pueden desplazar a la leche materna/fórmula. El agua debe introducirse después de los 6 meses y en pequeñas cantidades.
            • Añadir sal o azúcar a la comida del bebé. Los riñones del bebé no están preparados para procesar grandes cantidades de sodio. De igual forma, el azúcar añadido no solo es innecesario, sino que también puede sentar las bases para la preferencia por los sabores dulces en el futuro.
            • Ignorar el riesgo de atragantamiento. Este es, sin duda, el error más peligroso. Evita alimentos duros, redondos o pequeños que puedan obstruir las vías respiratorias.
            • Falta de paciencia. La introducción de alimentos es un proceso de aprendizaje. Los bebés pueden tardar hasta 10 o 15 intentos en aceptar un nuevo alimento. La frustración de los padres puede generar una relación negativa con la comida.
            • Comparar con otros bebés. Cada bebé es único y tiene su propio ritmo. Comparar el progreso de tu hijo con el de otros solo crea ansiedad innecesaria.
            • Descuidar la seguridad de la silla de comer. Asegúrate de que tu bebé esté sentado de forma segura en una trona con arnés antes de ofrecerle comida.

            ¿Por qué se deben seguir las indicaciones del pediatra?

            El pediatra es tu principal aliado en este proceso. Su orientación es invaluable y no debe ser subestimada. Aquí te explicamos algunas de las razones más destacadas.

            • Evaluación de la salud del bebé. El pediatra puede evaluar el crecimiento y desarrollo de tu bebé y determinar si está listo para empezar con los alimentos sólidos.
            • Historial médico. Tienen acceso al historial familiar de alergias o condiciones médicas que podrían influir en el proceso de alimentación.
            • Asesoramiento individualizado. Cada bebé es diferente. El pediatra puede adaptar las recomendaciones a las necesidades específicas de tu hijo, ya sea que tenga un bajo peso, alergias o alguna otra condición.
            • Prevención de problemas de salud. Seguir las indicaciones del pediatra ayuda a prevenir deficiencias nutricionales, problemas de crecimiento, y el desarrollo de malos hábitos alimenticios en el futuro.
            • Identificación de señales de alerta. El pediatra te enseñará a reconocer las señales de atragantamiento, las reacciones alérgicas y otros problemas que puedan surgir.
            • Tranquilidad para los padres. La orientación de un profesional puede aliviar la ansiedad de los padres y darles la confianza que necesitan para disfrutar de este hito.

            En fin, la introducción de alimentos a tu bebé es un momento de descubrimiento y aprendizaje, no una carrera. La paciencia, la observación y la seguridad son los pilares de este proceso. Al seguir las recomendaciones de especialistas como la OMS y la AAP, y al trabajar de la mano con tu pediatra, puedes sentar las bases para una relación positiva y saludable con la comida para tu hijo. Recuerda, el objetivo no es que el bebé coma todo a la perfección desde el primer día, sino que explore, pruebe y disfrute de los nuevos sabores y texturas en un entorno seguro y lleno de amor. Este es el verdadero regalo que le darás a tu bebé en su viaje hacia la alimentación.

             

            Fuentes:

              TDA vs TDAH: Lo que necesitas saber

              En el ámbito de la neurodiversidad, dos términos a menudo se confunden y se utilizan indistintamente: el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Si bien comparten una raíz común en la disfunción de la atención, es crucial comprender sus particularidades para un diagnóstico preciso y, lo que es más importante, para brindar el apoyo adecuado a los niños que viven con estas condiciones. Le invitamos a explorar sus características distintivas, cómo se diferencian y, finalmente, conocer algunas recomendaciones prácticas para fomentar un entorno de convivencia armonioso y propicio para el desarrollo de los niños afectados.

              ¿Qué es el TDA (Trastorno por Déficit de Atención)?

              Tradicionalmente, el TDA se refería a una presentación del trastorno de atención que se caracterizaba predominantemente por la falta de atención. En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), la terminología ha evolucionado, y lo que antes se conocía como TDA ahora se clasifica como TDAH con presentación predominantemente inatenta. A pesar del cambio de nomenclatura, la esencia del TDA se mantiene, indicando que los niños con esta condición luchan principalmente con la capacidad de mantener la concentración, seguir instrucciones, organizar tareas y recordar detalles.

              Las características clave de la presentación predominantemente inatenta, incluyen.

              • Dificultad para prestar atención, también pueden cometer errores por descuido. Esto se manifiesta en tareas escolares, deberes o actividades cotidianas.
              • Problemas para mantener la atención en tareas o juegos. Se distraen fácilmente con estímulos irrelevantes.
              • Da la impresión de que no escuchan cuando se les habla directamente. Su mente divaga incluso en conversaciones uno a uno.
              • No seguir instrucciones y no terminar tareas o deberes. Comienzan actividades, pero no las concluyen.
              • Dificultad para organizar tareas y actividades. Sus pertenencias, trabajos y tiempos suelen ser un caos.
              • Evitar o mostrar aversión a tareas que requieren esfuerzo mental sostenido. Como la lectura prolongada o problemas de matemáticas complejos.
              • Extraviar objetos necesarios para tareas o actividades. Juguetes, lápices, libros, etc.
              • Fácilmente distraídos por estímulos externos. Cualquier sonido o movimiento los saca de su concentración.
              • Olvidadizos en las actividades diarias. Olvidan citas, fechas límite o lo que se les pidió hace poco.

              Es importante destacar que los niños con TDA (presentación inatenta) a menudo pasan desapercibidos porque su comportamiento no es disruptivo. Pueden ser vistos como soñadores o despistados, lo que retrasa el diagnóstico y el apoyo necesario.

              ¿Qué es el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad)?

              El TDAH es un trastorno, que se caracteriza por la persistente inatención y/o hiperactividad-impulsividad que afecta o influye de manera negativa, en el funcionamiento o el desarrollo de quien lo presenta. A diferencia de la presentación inatenta, el TDAH incorpora la dimensión de la hiperactividad e impulsividad, lo que lo hace más evidente en muchos casos debido a las manifestaciones conductuales.

              El DSM-5 reconoce tres presentaciones principales del TDAH:

              • Presentación predominantemente inatenta. Presenta las características descritas anteriormente, es decir, lo que antes se conocía como TDA.
              • Presentación predominantemente hiperactiva/impulsiva. Se caracteriza principalmente por.
                • Inquietud o nerviosismo. Mover las manos o los pies, retorcerse en el asiento.
                • Abandonar el asiento en situaciones en las que se espera que permanezca sentado. Por ejemplo, en el aula, en la mesa.
                • Correr o trepar excesivamente en situaciones inapropiadas. Especialmente en entornos donde no se permite.
                • Incapacidad para jugar o participar en actividades de ocio tranquilamente.
                • Hablar en exceso. Esto incluye el responder antes de que se haya terminado la pregunta (impulsividad verbal) y la dificultad para esperar su turno.
                • Interrumpir o inmiscuirse en los juegos o conversaciones de otros.
              • Presentación combinada. Es la más común y presenta síntomas tanto de inatención como de hiperactividad-impulsividad. Los niños con esta presentación exhiben un patrón equilibrado de dificultades en ambas áreas.

              ¿Cómo se diferencian el TDA y el TDAH?

              La principal diferencia radica en la presencia o ausencia predominante de la hiperactividad e impulsividad.

              TDA (TDAH, presentación inatenta). Se enfoca en las dificultades atencionales. Los niños pueden ser tranquilos, soñadores y olvidadizos, pero no necesariamente inquietos o disruptivos. Su lucha es interna, en la organización de sus pensamientos y acciones.

              TDAH (presentación hiperactiva/impulsiva o combinada). Incluye la inatención, pero se le suma un componente motor y de control de impulsos. Estos niños son a menudo inquietos, enérgicos, impacientes y pueden tener dificultades para controlar sus reacciones y comportamientos.

              Es crucial entender que ambos son parte del mismo espectro de trastornos por déficit de atención. La distinción es importante para el diagnóstico, ya que la presentación de síntomas influye en la evaluación y en las estrategias de intervención más adecuadas. Un niño con TDA (inatento) podría beneficiarse más de técnicas para mejorar la organización y la gestión del tiempo, mientras que un niño con TDAH hiperactivo podría necesitar estrategias para canalizar su energía y desarrollar el autocontrol.

              Recomendaciones para facilitar la convivencia con niños con TDA/TDAH

              La convivencia con un niño con TDA o TDAH puede ser un desafío para muchas familias y docentes, pero con comprensión, paciencia y estrategias adecuadas, se puede crear un ambiente que fomente su desarrollo y bienestar.

              Educación y comprensión

              • Infórmate. Aprende todo lo que puedas sobre el TDA/TDAH. Cuanto más comprendas la condición, mejor podrás responder a sus necesidades.
              • Acepta la condición. Entiende que no es falta de voluntad o mala educación, sino una diferencia neurológica.
              • Comunica a la familia y educadores. Asegúrate de que todos los adultos que interactúan con el niño comprendan la condición y trabajen juntos.

              Estructura y rutinas

              • Establece rutinas claras. Los niños con TDA/TDAH prosperan con la predictibilidad. Horarios fijos para levantarse, comer, hacer la tarea, jugar y dormir son esenciales.
              • Organiza el entorno. Un espacio ordenado y libre de distracciones, especialmente para tareas y estudios, es fundamental. Utiliza organizadores, etiquetas y cestas.
              • Divide las tareas grandes. Desglosa las tareas complejas en pasos más pequeños y manejables para evitar la sobrecarga.

              Comunicación clara y consistente

              • Instrucciones cortas y concisas. Evita oraciones largas y complejas. Habla directamente y haz contacto visual.
              • Repite y verifica la comprensión. Pídele al niño que repita lo que le has dicho para asegurarte de que lo ha entendido.
              • Utiliza ayudas visuales. Horarios visuales, listas de verificación y recordatorios pueden ser muy efectivos.
              • Sé positivo y refuerza el buen comportamiento. Elogia los esfuerzos y los logros, por pequeños que sean.

              Manejo de la hiperactividad e impulsividad (para TDAH)

              • Ofrece oportunidades para liberar energía. Actividades físicas, juegos al aire libre, deportes son cruciales.
              • Permite breaks Pequeños descansos para moverse durante tareas que requieren estar sentado.
              • Enseña estrategias de autocontrol. Técnicas como contar hasta diez, respiración profunda o el semáforo para pensar antes de actuar.
              • Ignora comportamientos menores de búsqueda de atención. Refuerza los comportamientos positivos.

              Apoyo emocional y social

              • Fomenta la autoestima. Los niños con TDA/TDAH a menudo experimentan frustración y fracaso, lo que puede afectar su autoestima. Resalta sus fortalezas y talentos.
              • Enséñale habilidades sociales. Ayúdales a entender las señales sociales, a esperar su turno y a resolver conflictos de manera apropiada.
              • Establece límites claros y consecuencias lógicas. Sé consistente y justo en la aplicación de las normas.
              • Busca grupos de apoyo. Conectarse con otras familias que enfrentan desafíos similares puede ser muy beneficioso.

              Colaboración con profesionales

              • Busca diagnóstico y tratamiento profesional. Un pediatra, neurólogo infantil o psiquiatra infantil puede confirmar el diagnóstico y recomendar un plan de tratamiento, que puede incluir terapia conductual, medicación (si es necesaria y bajo supervisión médica) o ambas.
              • Trabaja con la escuela. Desarrolla un Plan Educativo Individualizado (PEI) si es posible, con adaptaciones y apoyos específicos para el niño.

              El TDA y el TDAH, en sus diversas presentaciones, son condiciones que impactan la vida de los niños y sus familias. Comprender sus características distintivas, la diferencia entre la inatención predominante y la combinación con hiperactividad/impulsividad, es el primer paso para ofrecer un apoyo efectivo. Al implementar estrategias de estructuración, comunicación clara, manejo conductual y apoyo emocional, las familias, educadores y cuidadores pueden crear un ambiente que no solo facilite la convivencia, sino que también empodere a estos niños para desarrollar su máximo potencial. La paciencia, el amor y la persistencia son las claves para navegar este camino y ver florecer a estos niños únicos.

               

              Fuentes:

              • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5). American Psychiatric Publishing.
              • Barkley, R. A. (2015). Attention-Deficit Hyperactivity Disorder: A Handbook for Diagnosis and Treatment (4th ed.). Guilford Press.
              • DuPaul, G. J., & Stoner, G. (2003). ADHD in the Schools: Assessment and Intervention Strategies (2nd ed.). Guilford Press.
              • National Institute of Mental Health (NIMH). (2023). Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder (ADHD). Disponible en: https://www.nimh.nih.gov/health/topics/attention-deficit-hyperactivity-disorder-adhd.