La manera más frecuente de detectar la presencia de un quiste tirogloso, es la presencia de un pequeño bulto en el cuello del niño. Vale mencionar, que este bulto es indoloro, y se puede mover cuando el niño traga o saca la lengua. Si este es tu caso, no te preocupes, se trata de una condición benigna que, si es tratada a tiempo, podrás prevenir complicaciones.
¿Qué es el quiste tirogloso?
El quiste tirogloso consiste en una masa que se desarrolla en el cuello, y se forma a partir del tejido residual del desarrollo embrionario de la glándula tiroides.
Esta condición es bastante común, y ocurre cuando la glándula tiroides desciende desde la base de la lengua, hasta su posición en el cuello. Durante este proceso, parte del conducto que une la tiroides con la lengua, no desaparece por completo, de manera natural, y se da inicio a la formación de la masa o quiste.
Debido al origen de esta condición, no es posible prevenir su aparición. Esta es una condición que evoluciona durante el desarrollo del feto, es decir, el bebé nace con esta condición, solo que en algunos casos, el quiste crece y puede presentar síntomas molestos al paciente.
¿Cuáles son sus síntomas?
Por lo general, este tipo de quiste no presentan síntomas molestos, de hecho, los niños pueden crecer y vivir con normalidad, sin darse cuenta de que tienen un quiste tirogloso. Pero, si este quiste crece o se infecta, puede manifestar algunos síntomas, tales como:
- Bulto en el cuello. Es, quizás, el signo más común de esta afección, generalmente aparece en la línea media del cuello, justo por encima del hueso hioides.
- Si el quiste se infecta, puede causar dolor en la zona.
- Dificultad para tragar. En casos graves, un quiste grande puede presionar la tráquea o el esófago, dificultando la deglución.
- Infección recurrente. Los quistes tiroglosos son propensos a infectarse, lo que puede causar enrojecimiento, hinchazón y dolor.
¿Cómo es diagnosticado?
Cuando un niño es llevado al pediatra por presentar un bulto en el cuello, lo primero que hace el médico especialista es analizar los síntomas y realizar un examen físico.
Sin embargo, para confirmar el diagnóstico y descartar cualquier otra condición, el médico especialista puede realizar otras pruebas.
- Análisis de sangre. Con estos análisis, el pediatra verifica el correcto funcionamiento de la glándula tiroides.
- Ecografía. Se usan ondas de sonido para tener una imagen del quiste y la glándula tiroidea, y su debido control.
- Tomografía computarizada (TC) del cuello. La tomografía ofrece una imagen más precisa, y así el especialista podrá ver el cuello, incluido el quiste y la glándula tiroidea. En algunos casos, se usa un tinte de contraste, de esta manera se obtienen mejores imágenes.
- Aspiración por medio de aguja fina. Este es un proceso sencillo, pero que debe ser realizado por un médico especialista. Para ello, emplean una aguja pequeña, la cual es introducida en el cuello, para extraer células del quiste, y así realizar un diagnóstico más preciso.
¿Cuál es el tratamiento?
Los especialistas coinciden en que el tratamiento más común y efectivo para un quiste tirogloso, es la cirugía. Es la única forma de eliminar por completo el quiste y, prevenir que este vuelva a aparecer.
La cirugía proporciona diferentes beneficios, algunos de los más destacados son los siguientes.
- Prevención de infecciones. El quiste tirogloso es propenso a infectarse de manera repetida, lo que puede causar dolor, inflamación y fiebre.
- Evitar complicaciones. Un quiste grande puede presionar la tráquea o el esófago, dificultando la respiración o la deglución.
- Riesgo de malignización. Es importante destacar que esto es muy raro, pero siempre está latente un pequeño riesgo de que el quiste se vuelva canceroso.
La cirugía en la cual se extirpa el quiste tirogloso, es realizada bajo anestesia general. El cirujano hace una incisión en el cuello, remueve el quiste y una porción del hueso hioides y del conducto tirogloso. Este procedimiento se hace para prevenir que el quiste vuelva a crecer.
Es una operación sencilla, con una recuperación rápida y sin complicaciones, pero que requiere un periodo postoperatorio que puede variar entre 3 y 5 días, dependiendo de la evolución del paciente.
Luego de la cirugía, el médico va a proporcionar algunas recomendaciones, tales como:
- Es indispensable descansar los primeros días, de esta manera, la herida sanará con mayor rapidez y sin complicaciones.
- Cuidados de la herida. Se deben seguir las instrucciones del médico, en especial para la limpieza y el cuidado de la herida.
- El médico puede recetar analgésicos, con estos podrá controlar el dolor y antibióticos para prevenir infecciones.
¿Cuáles son los riesgos asociados a la cirugía?
Como cualquier otra cirugía, la extirpación del quiste tirogloso conlleva algunos riesgos, entre los que se puede mencionar.
- Infección. Aunque se utilizan antibióticos, existe un pequeño riesgo de infección en la herida, pero todo va a depender de los cuidados posteriores a la cirugía.
- Puede ocurrir sangrado después de la cirugía, aunque esto suele ser leve y se controla fácilmente.
- Daño a las estructuras cercanas. En raras ocasiones, se pueden dañar nervios o glándulas salivales durante la cirugía.
Es importante destacar que los beneficios de la cirugía superan con creces los riesgos. La mayoría de las personas se recuperan completamente y sin problemas a largo plazo.