La salud materna no es un tema que incumba exclusivamente a la mujer embarazada; de hecho, se ha convertido en la piedra angular del bienestar infantil y un indicador crucial del desarrollo social y sanitario de cada familia. En un enfoque integral, se debe situar a la madre no solo como la portadora de una nueva vida, sino como un ser con necesidades físicas, mentales y sociales que, si son atendidas adecuadamente, garantizan el mejor apoyo de vida y evolución posible para el niño.

La importancia de la salud de las madres en el cuidado de los niños

El estado de salud de la madre tiene un impacto directo y profundo en la vida de sus hijos, incluso, mucho antes del nacimiento. La atención prenatal adecuada es uno de los factores más relevantes en la vida y desarrollo del niño. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la implementación efectiva del cuidado prenatal reduce significativamente los riesgos de mortalidad materna e infantil.

  • Salud física y nutricional. Una madre con buena salud física y una nutrición óptima durante el embarazo asegura un desarrollo fetal saludable. Estas condiciones reducen riesgos como el bajo peso al nacer o las deficiencias nutricionales que pueden afectar el desarrollo cognitivo y físico del niño.
  • Lactancia materna. La salud materna también es vital para el éxito de la lactancia materna exclusiva, que es el alimento ideal para el bebé. Sus beneficios son inmensos para el niño, incluyendo la prevención de sobrepeso, diabetes tipo 2, y la reducción del riesgo de síndrome de muerte súbita infantil.
  • Vínculo afectivo y mental. Más allá de lo físico, la salud mental materna es crítica. Una madre que sufre de depresión posparto o ansiedad puede tener dificultades para establecer un vínculo afectivo seguro y para responder de manera consistente a las necesidades de su hijo. Esto puede, a su vez, afectar el desarrollo cognitivo y emocional del niño, e incluso, el desarrollo del lenguaje y la autoestima.

Por lo tanto, el bienestar de la madre no solo protege su vida, sino que nutre el desarrollo integral del niño.

Las madres también importan

El foco de la atención materno-infantil se ha puesto, por razones obvias, en la supervivencia y el desarrollo del niño. Sin embargo, la premisa de que las madres también importan, es fundamental para sostener un cuidado infantil de calidad.

Una madre exhausta, estresada o con problemas de salud física o mental no puede ofrecer la misma calidad de cuidado que una madre que se siente apoyada y saludable.

El concepto de salud materna debe ser replanteado para ser más inclusivo, dándole mayor prioridad a la salud mental de las mujeres, un componente que a menudo es olvidado. La etapa posterior al parto, por ejemplo, es un periodo crítico, donde la madre necesita cuidados específicos, incluyendo descanso adecuado, nutrición y seguimiento médico para evitar complicaciones y garantizar su recuperación física y emocional.

Las madres no deben posponer su bienestar

El mensaje más importante para toda madre es muy claro: no pospongan su bienestar. El bienestar no es un lujo, sino un componente operativo de la maternidad eficaz. Muchas madres tienen la tendencia a aguantar, o a pensar que la atención propia puede esperar hasta que los niños sean mayores, sin saber que este es un camino peligroso hacia el agotamiento.

El bienestar materno implica:

  • Atención médica regular. No cancelar, ni posponer las citas médicas propias, como la consulta ginecológica o la visita al odontólogo, porque la agenda está apretada.
  • Sueño y descanso. Priorizar el descanso, aunque sea en bloques cortos. La privación crónica del sueño es un factor de estrés biológico y mental.
  • Nutrición adecuada. Evitar saltarse comidas o recurrir constantemente a alimentos rápidos y poco nutritivos, que comprometen la energía y la salud a largo plazo.
  • Tiempo personal. Programar intencionalmente tiempo para el ocio, las aficiones o simplemente la soledad y el silencio, que son fundamentales para la recarga mental.
  • Límites. Aprender a decir no a peticiones que añadan estrés innecesario y delegar tareas sin sentir culpa.

El autocuidado no es un acto egoísta; es un acto de generosidad a largo plazo hacia la familia. Una madre que prioriza su bienestar enseña a sus hijos el valor de cuidarse a sí mismos, un modelo invaluable que va más allá de cualquier lección verbal. Al cuidarse a sí misma, la madre asegura que la fuente de amor y cuidado que proporciona a su hijo no se seque.

La salud materna es, sin lugar a dudas, el fundamento del bienestar infantil. La ecuación es simple y poderosa: Madre sana = Niño sano. Para asegurar el desarrollo óptimo de los niños, debemos cambiar la narrativa social del autosacrificio materno a la de la responsabilidad compartida y el cuidado recíproco. Las madres merecen ser cuidadas para que puedan seguir cuidando.

 

Fuentes: