La alimentación infantil es, a menudo, una fuente de preocupación y frustración para muchos padres. El rechazo a nuevos alimentos, las batallas en la mesa y la selectividad extrema son desafíos comunes que pueden comprometer la nutrición y el bienestar familiar. Sin embargo, lograr que los niños coman mejor no se trata de coerción, sino de implementar estrategias basadas en la psicología, la paciencia y el establecimiento de un entorno alimentario positivo y respetuoso.

La importancia de establecer hábitos alimentarios saludables tempranos

La forma en que un niño se relaciona con la comida en sus primeros años sienta las bases para su salud metabólica, su peso corporal y sus preferencias alimentarias de por vida. El objetivo principal de cómo lograr que los niños coman no debe ser simplemente que terminen el plato, sino que aprendan a autorregular su ingesta, a disfrutar de una amplia variedad de alimentos y adquirir buenos hábitos alimentarios.

  • Evitar la coerción. El uso de castigos o recompensas, por ejemplo, ofrecer postre a cambio de comer sus verduras, crea una asociación negativa o un valor inadecuado para ciertos alimentos, lo cual debe evitarse.
  • Ofrecer opciones saludables. El trabajo de los padres es proveer alimentos nutritivos; el trabajo del niño es decidir cuánto y si quiere comer de esa oferta.

Estrategias para lograr que los niños coman

Existen muchas estrategias que los padres pueden aplicar, para lograr que sus hijos coman todos sus alimentos, sin que esto termine siendo una verdadera guerra. Estas son algunas alternativas, que resultarán de gran utilidad.

I. Estrategias basadas en el entorno y el comportamiento

La forma en que se presenta la comida y el ambiente en la mesa son tan importantes como el alimento mismo. Por esta razón, transformar la hora de comer en un momento agradable es la primera y más crucial estrategia.

1. Crear un ambiente positivo y libre de presión.La mesa debe ser un lugar de conexión; es importante evitar que se convierta en un espacio de conflicto.

  • Evitar la coerción. Evitar forzar a un niño a comer. Si un niño se niega a comer, no pasa nada; es importante que aprenda a escuchar a su cuerpo y a reconocer las señales de saciedad. Forzarlo puede fomentar una relación poco saludable con la comida.
  • Despedirse de las distracciones. Las comidas deben ser un momento familiar y sin pantallas. El televisor, las Tablets o los juguetes, desconectan al niño de las sensaciones de hambre y saciedad, y le impiden ser consciente de las cualidades del alimento.
  • Establecer rutinas. Mantener horarios regulares y estructurados para comidas y refrigerios ayuda a los niños a regular su apetito y a saber cuándo esperar alimento.

2. Modelado y el ejemplo de la familia.Los niños son grandes imitadores. Si ven a sus padres y hermanos mayores comer y disfrutar de una variedad de alimentos saludables, es más probable que ellos también lo hagan.

  • Comer en familia. Compartir la mesa y servir la misma comida para todos los miembros de la familia establece un ejemplo poderoso. Los niños que comen habitualmente en familia consumen una dieta más nutritiva, incluyendo más frutas y verduras.
  • Ser el ejemplo de la variedad. Los padres deben mostrar que están dispuestos a probar alimentos nuevos y disfrutar de aquellos que les gustaría que sus hijos comieran.

II. Estrategias basadas en la exposición al alimento

El rechazo a probar alimentos nuevos, se conoce como neofobia alimentaria, y es común en la infancia. La solución a este problema es la exposición repetida y creativa.

1. La regla de la repetición.Recuerde que el rechazo inicial, no significa un rechazo para siempre.

  • Paciencia y persistencia. Puede requerir entre 10 y 20 intentos para que un niño se familiarice con un alimento nuevo y se anime a probarlo. La clave es ofrecer el alimento repetidamente, aunque no se lo coma.
  • Exposición sin presión. Simplemente, colocar el alimento nuevo en el plato, permitir que el niño lo toque, lo huela o lo explore, es un paso positivo. No se debe negociar, ni obligar a comer.

2. Involucrar a los niños en el proceso.La participación activa en la comida aumenta el interés y la disposición a probar.

  • De la tierra a la mesa. Llevar a los niños al supermercado o al mercado local y dejar que elijan las frutas y verduras. En casa, asignarles tareas de preparación adecuadas a su edad, como lavar verduras o remover ingredientes. Se sentirán orgullosos de su creación, y querrán probarla.
  • Ofrecer opciones limitadas. En lugar de forzar un vegetal específico, se puede ofrecer al niño la opción de elegir entre dos o tres vegetales saludables. Esto le otorga autonomía dentro de los límites saludables establecidos por los padres.

3. Presentación creativa.El atractivo visual puede ser un poderoso aliado.

  • Colores y texturas. Ofrecer colores vivos, como el rojo del tomate, verde del brócoli, naranja de la zanahoria; y texturas variadas. Se puede servir la comida en formas creativas o usar aderezos saludables como queso, para hacer la experiencia más divertida y deliciosa.
  • Porciones adecuadas. Servir porciones pequeñas es menos abrumador para los niños. Si el niño rechaza un alimento nuevo, una porción diminuta es suficiente para empezar; las porciones grandes pueden desalentar la prueba.
  • Desestructurar los platos. Los niños a menudo prefieren que los alimentos estén separados. Un plato con porciones individuales de pollo, arroz y zanahoria puede ser mejor aceptado que un plato con guiso donde todo está mezclado.

4. Ocultar alimentos, ¿Sí o no?.La estrategia de esconder alimentos, por ejemplo, poner verduras ralladas en salsas, aún es debatida por los especialistas en el tema; sin embargo, es una alternativa, con algunas sugerencias.

  • Uso moderado. Puede ser útil para asegurar una ingesta mínima de nutrientes en casos de extrema selectividad. Sin embargo, no enseña al niño a disfrutar y aceptar el sabor y la textura real del alimento.
  • Estrategia transicional. Es mejor usar esta técnica de forma temporal y, al mismo tiempo, seguir ofreciendo el alimento escondido, en su forma original, para que se familiaricen con él gradualmente.

III. Directrices de la OMS y UNICEF

Las estrategias respaldadas por organismos internacionales reconocidos, como la OMS y UNICEF, se centran en la calidad y la formación de hábitos a largo plazo.

  • Calidad nutricional: Estos organismos enfatizan la importancia de ofrecer alimentos saludables, que incluyan alimentos de todos los grupos, como granos, tubérculos, carnes, frutas y verduras; y nunca sustituir comidas principales por papillas, galletas, jugos azucarados o dulces.
  • Evitar azúcares, sal y grasas añadidas. Es muy importante no dar a probar a los niños alimentos con alto contenido de azúcar, sal o grasa en la primera infancia, ya que esto interfiere con la formación de preferencias por los alimentos que tienen alto valor nutritivo.
  • Fomento de la autonomía. Los niños deben comer por sí solos, utilizando sus propios cubiertos, y se debe evitar meterles cucharadas en la boca. Dejar que decidan la cantidad de comida en su plato favorece su autonomía y les enseña a escuchar su cuerpo.

Lograr que los niños coman mejor, requiere de paciencia, consistencia y un ambiente de mesa agradable. Los padres son los responsables de ofrecer una variedad de alimentos saludables y nutritivos en un ambiente de calma, mientras que el niño es responsable de cuánto y qué elige comer. Al implementar estrategias de exposición repetida, participación activa y un enfoque libre de presión, se transforma el momento de la comida en una experiencia positiva, asegurando el bienestar físico y emocional del niño.

Fuentes: