Durante las festividades navideñas, el ambiente festivo abre espacio para la alegría y la unión familiar, por lo que, en muchos hogares, el consumo moderado de alcohol es parte de esta celebración. Sin embargo, existe una práctica común y aparentemente inofensiva, que puede tener consecuencias devastadoras, y es el ofrecer pequeñas cantidades de bebidas alcohólicas, como espumante, ponche crema o cerveza, a los niños.

Para muchos, esta costumbre es considerada como una forma de iniciación, o es vista como una manera de compartir un momento especial en familia. No obstante, la evidencia científica es contundente, el consumo de alcohol en menores de edad, incluso en pequeñas cantidades y en ocasiones especiales, es perjudicial para su salud y desarrollo.

Es importante recordar que se trata de un cerebro en construcción

El cerebro de un niño y adolescente se encuentra en una etapa crucial de desarrollo. Las conexiones neuronales se están formando y fortaleciendo con gran velocidad, pero es normal para esta etapa del desarrollo humano. Y, el alcohol interfiere con este proceso, alterando la estructura y función cerebral.

Lo grave de la situación, es que las consecuencias pueden ser irreversibles y afectar áreas que estén íntimamente relacionadas con el aprendizaje, la memoria, la toma de decisiones y el control de impulsos, por lo que la evolución del niño sería ineficiente, y no desarrollaría todas las herramientas necesarias para vivir una vida plena y feliz.

Las consecuencias van más allá del daño cerebral

Las consecuencias del consumo de alcohol en menores de edad, van más allá de las afectaciones neurológicas. Algunas de las consecuencias más comunes incluyen:

  • Retraso en el crecimiento y desarrollo físico. El alcohol interfiere con la producción de hormonas, lo que puede afectar el crecimiento y desarrollo sexual del niño.
  • Problemas de aprendizaje y rendimiento académico. El alcohol es una droga que afecta la concentración, la memoria y la capacidad de aprendizaje, lo que puede llevar a un bajo rendimiento escolar, al no contar con un desarrollo cognitivo óptimo.
  • Aumento del riesgo de accidentes. Los niños y adolescentes que consumen alcohol son más propensos a sufrir accidentes, lesiones y violencia, debido a su bajo nivel de concentración y poco control de impulsos.
  • Mayor probabilidad de desarrollar dependencia al alcohol. El consumo temprano de alcohol aumenta, de manera significativa, el riesgo de desarrollar alcoholismo en la edad adulta.
  • Problemas de conducta y emocionales. El alcohol puede desencadenar o agravar problemas de conducta, como la agresividad, la impulsividad y la depresión.

Se hace énfasis en este mensaje: el alcohol no tiene lugar en la vida de un niño.

¿Por qué algunos padres le dan licor a sus hijos?

Existen diversas razones por las cuales algunos padres ofrecen alcohol a sus hijos, la mayoría de ellas, están relacionadas con la cultura de las familias.

  • Tradición familiar. En algunas familias, el consumo de alcohol durante las festividades es una tradición arraigada, la cual ha pasado de generación en generación.
  • Creencia de qué es un acto inofensivo. Muchos padres creen erróneamente que, ofrecer una pequeña cantidad de alcohol a sus hijos no tiene consecuencias negativas en su desarrollo.
  • Presión social. La presión de amigos y familiares puede llevar a algunos padres a permitir que sus hijos consuman alcohol, incluso sin estar totalmente de acuerdo con esta práctica.
  • Desconocimiento de los riesgos. Muchos padres no están informados sobre los peligros del consumo de alcohol en menores de edad, lamentablemente, algunos se enteran de estos riesgos, cuando es tarde.

La prevención siempre será la mejor opción

La prevención del consumo de alcohol en menores de edad es el primer acto de responsabilidad y amor hacia los niños, y es una responsabilidad compartida. Padres, educadores, profesionales de la salud y la comunidad en general deben trabajar juntos para crear entornos seguros y saludables para los niños y adolescentes.

En caso de presentar dudas acerca de cómo prevenir esta práctica, puedes considerar que algunas estrategias preventivas incluyen:

  • Educación. Es fundamental informar a los padres, niños y adolescentes sobre los riesgos del consumo de alcohol.
  • Comunicación abierta. Fomentar una comunicación abierta y honesta con los hijos sobre temas relacionados con el alcohol.
  • Dar el ejemplo. Los padres deben ser modelos a seguir, por eso la recomendación es que consuman alcohol de manera responsable, si es que lo hacen.
  • Supervisión. Los padres deben estar atentos a las actividades de sus hijos y establecer límites claros. De esta manera, será más fácil detectar cualquier conducta que no sea habitual.
  • Colaboración con la escuela. Trabajar en conjunto con la escuela para implementar programas de prevención del consumo de alcohol en los niños y jóvenes.

La decisión de ofrecer alcohol a un niño, aunque sea de una pequeña cantidad, puede tener consecuencias de por vida. Es fundamental que los padres comprendan los riesgos asociados al consumo de alcohol en los pequeños de la casa, y tomen medidas para proteger a sus hijos. La salud y el bienestar de nuestros niños deben ser nuestra principal prioridad.

¡Celebremos estas fiestas en familia, pero siempre de manera segura y responsable!